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jueves, 13 de noviembre de 2014

La Justicia, una caca

Esto lo sabíamos todos. Pasados ya cuatro días desde que Arturo Mas, junto con sus deleznables y aborrecibles socios y esos millones de ciudadanos (dicho sea de paso: algunos votaron tres veces) que se dejan robar -no por España, sino por Pujjol y su familia-, nos humilló a todos los españoles, la Fiscalía continúa sin presentar querella alguna.
Imagínense ustedes a un grupo de ciudadanos cabreados o contrariados, que son muchos en estos momentos, pidiendo públicamente y en la calle y aprovechando medios de comunicación y redes sociales, la insumisión ante Hacienda: vamos que no paguemos impuestos. Si se lo imaginan, sabrán que mañana mismo -o no, mañana, no, dentro de un rato- alguien, y luego apoyado por un fiscal, nos iba a denunciar, con la posibilidad de una entrada preventiva en prisión y posible libertad con cargos y con fianza de 100.000 euros (de dónde los sacamos, a los 100.000 euros, me refiero).
No tienen cataplines los fiscales y los jueces españoles para hacer funcionar la Justicia igual para todos. Pero es que algunos no es que no sólo no tengan cataplines, es que, además de eso, no tienen ni sesera, vamos que son cortitos; el caso es que todos han tenido que pasar por la Universidad. Y no es eso lo peor: otros, por no tener, no tienen ni vergüenza. !Así nos va!
No hace falta ir a la Universidad para saber que el presidente de la Generalidad y los suyos llevan delinquiendo muchos años, sin que nadie les aplique la Justicia: desde los incumplimientos de los fallos de los tribunales ante el asunto lingüístico (ya les vale, como se dice ahora), pasando por continuos llamamientos a la sedición, a la instigación, al enfrentamiento entre españoles, hasta la desobediencia a dos fallos seguidos del Constitucional -muy juntos en el tiempo-, malversación de dinero de todos para la campaña, etc. (eso antes de las votaciones), finalizando con la pantomima cutre del 9N y todo su desarrollo !Sin comentarios!
El caso es que los días van pasando, y nadie hace nada. Los chorizos campan a sus anchas por las calles y, hasta orgullosos, salen en los medios de comunicación. Chulos y engreídos, se permiten exigir y amenazar y chantajear. Mientras, los que pagamos para que ellos vivan bien, seguimos pagando, y bien, sin el amparo del Gobierno español, de la oposición y de la Justicia. Amén.