No lo duden ni por
un segundo: quien más atento estuvo al desfile del Día de la Fiesta Nacional, sin perderse detalle -a través de la teuve-, lo fue el Puigidemón –el hijo del pastelero-, que
con papel y lápiz tomó buena nota de todos y cada uno de los cuerpos de los
ejércitos de Tierra, Mar y Aire -¡Qué envidia, para sí los querría él, y no a esos, que hoy te
quieren y mañana te meten una puñalada trapera!-, y de la Guardia Civil y de la Policía
Nacional. ¡Chulos, chulos! Y la cabra de los de la Legión. Y los Regulares.
Aviones y bichos voladores. Sólo les faltó traerse los barcos ¡Leche!