Traductor

Buscar en este blog

martes, 10 de diciembre de 2019

Cuestión de costumbre


Está el país atravesando un grave momento, pero, quizá, lo peor de todo es que nos estemos acostumbrando a ver como normal lo que, en la realidad, es lo más anormal. Es preocupante que los ciudadanos passesemos de todo ello. La costumbre, a la que nos están acostumbrando –valga o no la redundancia- los políticos es demencial. Tomamos como normal lo que hace unos días nos escandalizaba y tiene que acontecer algo muy fuera de lo habitual para que nos asustemos o tomemos conciencia del hecho.

Así, no nos extraña lo más mínimo el que los asesinos etarras asistan a las facultades universitarias para dar conferencias. Solo eso nos faltaba por ver y oír. Pero cierto. Un etarra que mató a dos policías en Vitoria ha sido invitado a la Universidad de esa ciudad para conferenciar sobre la situación de la salud de los presos etarras. Hay, sin duda, otros lugares en dónde exponer el asunto y puede que de manera más efectiva para ellos. Pero, no, ha tenido que ser en la Universidad, para más y mayor escarnio para las víctimas, que han contado con escaso apoyo civil e institucional ninguno. Solo hay que ver la actuación de las autoridades universitarias vascas. Cero patatero.

Tampoco nos extraña que unos jóvenes iraquíes, a plena luz del día, oculten con cemento en las Ramblas barcelonesas el recordatorio por las víctimas de los atentados terroristas cometidos en ese lugar en 2017. Los jovencitos, que fueron detenidos, ya están en libertad con cargos por delito de odio. Tan frescos, oigan. Se la suda.

Como se la suda a los de laPesoé de Sánchez, que continúan negociando con los golpistas republicanos catalanes, que le imponen al presidente en funciones de Gobierno, Sánchez, la hoja de ruta para la resolución –eso dice- del “conflicto político” en Cataluña, que no es otra cosa que la pretensión de realizar otro Golpe de Estado por parte de las familias políticas, pero mafiosas, de los golpistas. Todos ellos viven del Presupuesto, y así quieren seguir, con la connivencia de los socialistas todos. Y parece como que es todo normal. Nos estamos acostumbrando.

Como si en unos días nos encontramos haciendo turismo a los delincuentes golpistas. Parece que nos da igual; nos estamos acostumbrando a que puede ser cierto. Que para eso nos habíamos ahorrado un juicio de cuatro meses. Si todos los que gestionan las prisiones catalanas donde se encuentran encerrados los golpistas pueden decidir si los ponen o no en libertad. Que será que sí. Un escandalazo, cierto, peo ya lo estamos asumiendo –desde el día mismo en el que el fray Bailón socialista pidió su indulto-, y terminaremos acostumbrándonos.

Como el que el actor Bardem, y con él toda su familia de pelagatos, insulten a diestro y siniestro por sus actuaciones del alcalde de Madrid, Almeida, por no querer combatir la contaminación en la ciudad –eso dice el actor-, cuando él tienen un coche que contamina por un tubo y su esposa –la también actriz Penélope Cruz- se forra anunciando los cruceros por mar, cruceros que cada cual produce más contaminación que treinta ciudades. Pero es que son los Bardem, los actores. Estamos acostumbrados.

Como acostumbrarnos a que los comunistas podemitas de elPabloManué, ante las graves acusaciones de dos de sus exabogados, den como única explicación que el que fue despedido lo fue por acoso sexual grave –de la abogada no dicen nada- y que es un personaje invalidado. Y ya está. Y no pasa nada. Y Sánchez tiene al podemita como su socio preferente para gobernar España y a los golpistas y etarras como socios en su investidura. Cuestión de costumbre. Malo.