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domingo, 8 de noviembre de 2020

Un judas viaja con el Rey

Acongojaditos están los canarios con la llegada a las costas de las islas de cientos de migrantes ilegales. No es para menos. También aquí, en la Península, tenemos canguelo, porque una vez los migrantes son acogidos por los organismo correspondientes, todavía no tenemos nada claro -este Gobierno no informa de nada; o sea, desinforma- cuáles son los destinos de estos y en qué condiciones, tanto sanitarias como económicas, son trasladados a diferentes partes del país, que, como digo, el Gobierno socialcomunista no los clarifica. Además, los empresarios lamentan la mala imagen que se está dando de las islas, a las que el mundo está empezando a ver como un campo de refugiados.

Pues, nada, que en esas estamos. En esas está el ministro de los Interiores, Marlaska, que ha viajado hasta las Canarias para conocer, en vivo y en directo, qué es lo que se está cociendo allí, tras la llegada continua de migrantes y de cientos más de ellos durante este fin de semana. Es evidente que el ministro, en representación del Gobierno socialcomunista, no tiene ni repajolera idea de lo que está sucediendo -menos aún nosotros- y, lo que es peor, no tiene capacidad negociadora con los países de origen de los migrantes para llegar a acuerdos con los que parar, al menos momentáneamente, los flujos de llegadas, de esta pobre gente, víctimas de su destino y, sobre todo, víctimas de las mafias que negocian con las vidas de estos que aspiran a una vida mejor.

Marlaska no se entera -o sí- de que estos migrantes son personas, de que se juegan la vida en el cruce marítimo, y que para ello han pagado grandes cantidades de dinero a los "negreros", a los que les importa un bledo el destino de los migrantes: llegar o no llegar a las costas de las islas o, en su caso, a las costas de la Península después de haber cruzado el Estrecho. Tampoco se entera Marlaska, o se hace el longuis, de que no existe, ni se espera, una base de acogimiento de estas personas lo suficientemente preparado, con personal cualificado y del número suficiente de agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional.

Esto lo sabe cualquiera, menos el ministro. A ver si después de este viajecito se empapa del asunto y nos lo cuenta. Porque queremos saber más. Los canarios quieren saber también más y dejar de pasar miedo porque desconocen las condiciones sanitarias en las que que llegan los migrantes, en tiempos de coronavirus.

A Marlaska le sucede lo que a los de la policía vasca, que todavía no sabe quiénes son los autores, los encapuchados, que han atacado a pedradas el negocio de la madre de Abascal, el de Vox. El ataque se produjo en la noche del sábado en la localidad vasca de Amurrio, donde la madre de Abascal regenta un negocio familiar. Además de las pedradas, los encapuchados -que se pueden suponer qué ideología defienden- hicieron una pintada en la que se puede leer: "a ver si te gusta esto fascista". No es la primera vez que esos demócratas de toda la vida atacan el negocio de la familia de Abascal, y si no han podido ocasionar mayores destrozos es porque los cristales son blindados. Por un por si acaso.

Esos demócratas atacantes ya han hecho lo mismo en Cataluña con el negocio de la familia del que fuera líder de Ciudadanos, Alberto Rivera. Eso fue, sí, en Cataluña, donde ocurrió también que pintaron de amarillo el portal de la vivienda del juez instructor, Llarena del caso de  los golpistas catalanes. Aquí, como en las provincias vascas, las investigaciones de estos ataques los llevan las correspondientes policía autonómicas. Miren por dónde, todavía no han sido capaces de localizar a los respectivos autores de esos actos viles y vandálicos. ¡Por qué será!

El lider de laPepé, Pablo Casado, pese a que mantiene fuertes tiranteces con Vox, se ha solidarizado con Abascal y aboga para que sean detenidos y castigados los culpables de este atentado. Fíjense, también lo han lamentado los proetarras de Bildu en la localidad -acaso por eso del despiste-, pero quien no nos ha dicho ni mu es el Gobierno socialcomunista, ni su presidente, Sánchez, ni su ViceDos, el payaso comunista, el que conspira para derrocarlo, que acompaña al Rey en su viaje a Bolivia