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martes, 15 de septiembre de 2020

Licencia para matar

En esto que coincide que ya brincamos, testado, los seiscientos mil contagiados por el coronavirus y más de treinta mil muertos. Sin testar, la cifra de los fallecidos puede superar, también ya, los cincuenta mil. ¡Y sin darnos importancia, ya ven! En lo que nos sale la Fiscalía General del Estado exigiendo al Tribunal Supremo que rechace las querellas presentadas contra el Gobierno socialcomunista por su nefasta gestión durante la pandemia primera. ¡Somos en este país más valientes que las pesetas! Así está de contento elEnterrador Simón; el sinvergüenza se ha ido de vacaciones "merecidas", otra vez, después de meterse el dedo en la nariz. ¡Además de mentiroso y mal hablado, un guarro!

Pero, a este, como a todo el Gobierno, en especial su presidente, el socialista Sánchez, su ViceDos -el payaso comunista-, el ministro de Sanidad -el no filósofo, Illa- y el de los Interiores, Marlaska se la refanfinfla. Bien tranquilos están todos ellos, sabiéndose protegidos por la mamporrera "Fiscala" General del Estado, Dolores Delgado, y sus acólitos y sumisos colaboradores.

Lo que sucede aquí no puede suceder en cualquier otro país democrático. Resulta que el presidente del Gobierno nombra a la "fiscala" General del Estado, en la persona de Dolores Delgado. La mamporrera fue ministra de Justicia con el actual presidente. Es decir, de ministra de Justicia a "Fiscala" mandamás. Claro, así chuleaba y vacilaba el presidente Sánchez a un periodista aseverando que los fiscales dependían del Gobierno. ¡No es eso cierto del todo! Los fiscales deben obediencia jerárquica al Fiscal General del Estado, pero si, como en este caso, la "Fiscala" General, Dolores Delgado, cesa como ministra de Justicia en el Gobierno para pasar a ser laFiscala, pues, ya me dirán, sí que los fiscales dependen del Gobierno. Evidente, el gobierno manda sobre los fiscales. Que no es lo mismo.

Bien pregonaba este verano el fiscal Zaragoza -el fiscal principal del juicio contra los golpistas- que algo no funcionaba en la Fiscalía y abogaba por un cambio en este órgano judicial. Y es cierto, ya lo vemos. Como tampoco funcionaba durante el juicio a los golpistas catalanes. La fiscalía pedía una sentencia por un delito de rebelión, mientras que la Abogacía del Estado -esa sí que depende del Gobierno directamente- cambió lo de rebelión por sedición. El Tribunal, presidio por el juez Marchena, aceptó por unanimidad la "sugerencia" de la Abogacía. Y así de bien les está yendo a los golpistas, cuya condena está siendo manejada por la Generalidad catalana, que les está facilitando una estancia feliz en la prisión y, a la vuelta de la esquina, volverá a dejarlos libres.

Otro tanto nos sucede con las querellas presentadas contra el Gobierno por su caótica -y criminal- gestión de la pandemia. Viene la Fiscalía mamporrera, cuyo primer deber es proteger al ciudadano, y exige al Supremo el rechazo total y absoluto de todas las querellas, que ya son, al menos cincuenta y una, aduciendo que el Gobierno no tiene culpa de "ná". Que los guardias civiles fallecidos por coronavirus lo serían por cualquier cosa, menos por eso, que no es su culpa, del Gobierno, que no le sirvieran el material sanitario que había comprado -que habría que exigir la responsabilidad a la empresa- y que el que quiera peces que se moje el culo, por no decir que nos manden por ahí a todos los ciudadanos, víctimas o no de la gestión de Sánchez.

Pues vaya defensa del ciudadano por parte de la Fiscalía. ¡Ah, cierto, perdón, de la mamporrería General del Gobierno! Ya no solo pide laFiscala exculpar al Gobierno y que no recaiga sobre él sospecha alguna, sino que abre la puerta a que todas esas querellas, todas esas acusaciones se las hagan los denunciantes a las comunidades autónomas, que son las que, opinan los mamporreros, tienen la culpa de todo lo que sucedió y de todo su desarrollo. También deja laFiscala la puerta entreabierta, por si eso falla, por un por si acaso, a que se le pueda echar la culpa a laPepé.