Hoy, es una petición; mañana, una
exigencia.
En un próximo futuro se puede convertir en una cesión política,
humillante
para las víctimas y la conciencia del Estado
Era
lo que nos faltaba por oír y por ver estos días, las manifestaciones proetarras,
que, aunque permitidas por la Audiencia
Nacional, no dejan de ser eso, proetarras. En cada una de las capitales
vascas, y coincidiendo con la celebración de las sus respectivas fiestas
patronales, los etarras han organizado manifestaciones; la última, en Vizcaya. Piden, ni más ni menos,
amnistía para los presos de la banda mafiosa y asesina ETA y que los fugados de la banda -muchos de ellos a Venezuela, donde gozan de prerrogativas
especiales- puedan regresar a España, como si no hubieran roto un plato; es
más, en olor de héroes, olor que apesta a asesinos.