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miércoles, 22 de diciembre de 2021

La mascarillada

Vamos a ver, dos consejos de ministros la semana pasada, una intervención institucional desde Barcelona -a donde acudió con el Falcon para asistir al congreso de los socialistas catalanes-, otro consejo de ministros en lo que va de semana y otro más mañana, más su intervención tras la cumbre de presidentes. Este hombre no para de hacer todo lo posible para aparecer en los medios de comunicación, aparte de los actos institucionales y los obligatorios del cargo como los controles en el Congreso. Y  tanta bomba y tanto boato para adelantar que va a celebrar un Consejo de Ministros extraordinario para aprobar por decreto ley la obligatoriedad de utilización de mascarillas también en exteriores. ¡Vaya, hombre, ya mató al virus! Porque, en realidad, esa es la conclusión de la tan anunciada cumbre. Esa es la gran propuesta de Sánchez para cortar la sexta ola de la pandemia del bicho, en su variedad de ómicrom.

Que no nos tome el pelo, coñe, que bastante estamos sufriendo ya como para que nos explique su absurda fórmula mágica: mascarillas en exteriores, vacunación y vacunación -que ya nos hemos inoculado la gran mayoría- y responsabilidad personal. Pero, si es que hasta el inútil, analfabeto y socio de su gobierno franquestein el comunista Errejón se ha carcajeado de él. Los demás presidentes, cada uno por su lado, han expuesto sus necesidades -o sus prioridades, muchas veces políticas- en particular la presidenta de la de Madrid, la pepera Ayuso, que, de nuevo vuelve a discrepar de elBandido Prepotente. Tampoco le parece una medida adecuada lo de las mascarillas por la calle y se inclina por más tests y más prevención y, como los demás, más ayuda económica para que las comunidades puedan afrontar con éxito sus medidas contra la covid.

Pero, en el fondo, subyace una necesidad perentoria, de la que elBandolero no quiere hablar ni oír hablar de ella: tener una Ley de Pandemias. Independientemente de quién lo haya propuesto primero -lo fue Casado-, es sin duda algo no ya necesario, sino obligatorio, a lo que Sánchez viene negándose después de dos años. Esa ley permitiría recoger una actuación conjunta, y obligatoria, de todas las comunidades ante una pandemia y daría a los profesionales de la medicina, al igual que a los presidentes autonómicos, unas pautas sanitarias y judiciales sobre las que poder actuar. No nos encontraríamos, como ahora, después de todo este tiempo de soportar el bicho -con miles de contagiados y fallecidos desarmados ante el covid, con las comunidades actuando cada una según su criterio, sin un rumbo cierto y claro, y los ciudadanos desorientados y, en muchos casos, desmoralizados y afligidos. Quizá con una Ley de Pandemias no hubiéramos llegado a límites insospechados de más de sesenta mil contagiados en tan solo un día, y los que puedan venir.

Bien es cierto que los contagiados no lo son con síntomas tan graves y muchísimos no requieren de hospitalización y las unidades de vigilancia intensiva no están, de momento, colapsadas. Todo ello, sin duda, se debe al efecto de las vacunas; pero, también es cierto que muchos de los contagiados lo han sido por personas no vacunadas y que un alto porcentaje de los hospitalizados son no vacunados, es decir negacionistas, que están colaborando con el virus propiciando su rápida expansión.