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miércoles, 29 de noviembre de 2017

La caridad del fraile bailón

Por más que lo baile o lo vocee –que ambas cosas le han prohibido los asesores de imagen a elBailón Iceta- no se pase apuro el del pesecé, que lo hemos entendido, que no somos tontos, y él sabe bien lo que quiere. Equivocó el hombre su profesión, su devoción o, si lo prefieren, la su vocación. Es fácil imaginárselo con un hábito faldón, cíngulo y sandalias, lo mismo bailando entre los cacharos de la cocina que encaramado al púlpito, con alba y estola, en día festivo.