Muy
poco es lo que se puede decir a estas horas ya sobre la masacre de anoche en Niza. Pero, ante todo, repudiar el
atentado y, sobre todo, solidarizarse con las víctimas -ochenta y cuatro
muertos y cincuenta heridos en estado crítico- y sus familiares y con todo el
país vecino, de Francia, que en
menos de un año está recibiendo el azote horroroso del terrorismo yihadista. El
sin sentido nunca puede tener una justificación. Sí cabe, no obstante,
preguntarse qué es lo que falló para que esa barbarie se pudiera producir de
manera tan fácil, con un solo individuo y un camión, al más puro estilo de los
atentados que se producen, por ejemplo, en Irak
o Turquía.