La venganza del Tribunal Supremo en la sentencia contra
los golpistas catalanes no lo fue contra ellos. Ni por asomo. El Supremo les
regaló a los delincuentes un billete de lotería trucado, con premio seguro, sin
tener que jugárselo. La venganza del Tribunal lo fue sobre la Fiscalía, sobre los cuatro fiscales que
mantuvieron desde el principio que en los hechos golpistas había habido
violencia, por tanto centraron la acusación en la rebeldía de los indepes
juzgados. Desde el principio fueron coherentes los fiscales y demostraron que,
realmente, había existido violencia. Por tanto, cabía la rebelión, la sedición
y la malversación de fondos públicos.