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jueves, 17 de febrero de 2022

No hay mal que por bien no venga

No hay mal que por bien no venga. Eso dicen. Si una de las causas que ha hecho estallar el escandalazo en el Partido Popular ha sido la compra de material sanitario por parte de la Comunidad de Madrid en la primera parte de la pandemia y la comisión que se llevó el hermano de la presidenta, Ayuso, no estaría de más, más bien todo lo contrario, que la Fiscalía actuara de oficio y de beneficio de todos los españoles para investigar todas las compras, de todas las instituciones públicas de todo el país que se hicieron de material sanitario en aquel tiempo.

Porque independientemente de que sea cierto o no que Tomás, el hermano de Ayuso, haya podido cobrar comisiones e independientemente de que pueda ser punible judicialmente y moralmente, no fue tan solo la Comunidad de Madrid la que realizó compras -de prisa y corriendo, lo que no justifica si hay delito- de material sanitario para luchar contra la pandemia. Ahora, con el sosiego que da la distancia del tiempo en que se produjeron, la Justicia debe repasar una por una las facturas de esas compras de todas las instituciones públicas que las realizaron, caiga quien caiga, si es que alguien tiene que caer. Pero, si alguna anomalía ocurrió en la Comunidad de Madrid, no hay que descartar que también las haya habido en otras instituciones públicas.

Por supuesto, en lo que se refiere a la comunidad madrileña, y con Ayuso en particular, y al primer partido de la oposición, laPepé, lo que ha sucedido en el día de hoy no tiene nombre ni parangón. LaPepé y Ayuso, en su cruce de acusaciones, se han tildado de crueles. Desde luego, este calificativo hay que añadirlo al de una guerra fratricida, una guerra cainita. Una guerra, en definitiva, de gilipollas, que ya tienen a un enemigo fuera como es laPesoé, pero que, a lo que se ve, no les es suficiente y se lo buscan dentro. Ahora lo que nos falta por dilucidar es qué parte del partido tiene la razón, si los seguidores de la directiva nacional con Casado al frente y su secretario Egea o los partidarios de Ayuso, con su siempre polémico y liante Miguel Ángel Rodríguez, más conocido por MAR. Algo tendrá que decir también el alcalde de Madrid y portavoz nacional del partido, que hace como si con él no fuera la cosa, cuando parece que de  Carromero -el que fuera de las Juventudes del partido, cercano a la dirección de Génova y hasta su dimisión esta tarde como coordinador municipal en el ayuntamiento de Madrid- partió la idea de contratar a través de una empresa municipal a los detectives privados que tendrían que investigar a Ayuso y a su familia.

Todo un entramado de novela negra, cuyo guion cinematográfico ya se está escribiendo, que avergüenza a los militantes y votantes de laPepé, partido que les debe una explicación y una satisfacción. Pero, de momento, ni Ayuso convence, ni Egea convence, ni Almeida convence. No convence nadie, pero tampoco nadie -excepto Carromero- ha presentado su dimisión. Y mientras más tarden en dar explicaciones convincentes peor y más dura será la caída. Sobre todo, el presidente del partido, Pablo Casado, ha de pronunciarse, tiene la obligación política y moral de hacerlo. No puede parapetarse en Egea. Tiene que dar la cara. Lo está esperando todo el país, y el país entero espera que se produzcan más dimisiones. En cualquier caso, las consecuencias de este hecho serán catastróficas para el partido y para España.