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jueves, 29 de octubre de 2020

¡Exprópiese, exprópiese!

Esto es el desmadre padre: el número de muertos por el coronavirus continúa en aumento y el de los contagios se supera día a día. ¡Imparable! Aquí hay, sin duda alguna -al margen de la posible irresponsabilidad de muchos ciudadanos- una responsabilidad política. El Gobierno socialcomunista nos mantuvo enjaulados durante una buena temporada -sin ninguna planificación económica y sanitaria- y luego nos soltó al ruedo, para que nos divirtiéramos y gastáramos las perras. Sin embargo, mientras tanto, Sánchez, en contra de lo que había prometido, se desentendió totalmente de todo: ni planificaciones ni previsiones por un por si acaso. El por si acaso llegó y lo pilló con los calzones al revés -y de lo que se deduce, "cagaos"-, de vacaciones en las islas y en Doñana, que se las trae.

El socialista delegó toda la responsabilidad en las comunidades autónomas: ¡Allá se las arreglen y ahí me las den todas! Manda sin dejar de mandar e impide a los demás que manden. Aquí cada uno por su lado y Dios en la casa de todos. Que ya faltan muy pocas autonomías por cerrar y para pasar de una a otra hay que usar los codos. ¡Usted perdone, que yo voy al este y vengo desde el oeste! En resumen, un caos, donde todos tenemos que estudiarnos y aprendernos los boletines oficiales de cada región para saber por dónde y cómo circular en la propia, en la de al lado y en la siguiente. Estamos abocados a otro confinamiento, pero no uno corto, sino que, como ya ha advertido elEnterrador Simón, tiene que ser un confinamiento de "paso grande".

Ante esta situación -173 muertos más y casi 24.000 contagiados, batiendo récord- el socialista Sánchez se enroca con los socios Frankestein y los Ciudadanos de Arrimadas y se saca un estado de Alarma de seis meses, durante los cuales solo comparecerá ante el Congreso en tres ocasiones. Ya se pueden imaginar lo que nos espera: como durante el confinamiento, gobierno en las sombras, decretazo tras decretazo. Ya lo ven, si ni tan siquiera ha estado presente en la sesión de la Cámara Baja cuando se debatía si sí o si no a los seis meses de Alarma. Es tan chulo, tan fanfarrón, tan mal educado e irrespetuoso con el Parlamento y con todos los españoles que se las piró cuando comenzaba su intervención el líder de la oposición, Pablo Casado

El pepero le ha dado por todos los lados, pero ojos que no ven y oídos que no oyen corazón que no siente; aunque, el del socialista siente muy poco. Eso es lo que ha tratado de evitar, y lo ha conseguido Sánchez: no tener que dar discuentos a los españoles, evitando sus apariciones en el Congreso: en seis meses lo hará tan solo en tres ocasiones. Esa es la importancia que le da Sánchez al Parlamento: ¡Una puta mierda! Hará y deshará con su socio el payaso comunista, el marqués de Galapagar, todo lo que se le venga en gana. Como viene haciéndolo hasta ahora. Se ha hecho el amo de laPesoé y quiere hacérselo de España, aunque para ello tenga que romper el país.

España y los españoles se la sudamos. Utilizó el Falcon para llevar a la familia -y amigos- a un concierto en Alicante, utilizó el helicóptero Apache para viajes particualres en compañía se la familia política de la su Begoñita y se valió de las Marismillas, la casa propiedad del Estado en Doñana para veranear y llevarse consigo a los amiguetes con sus respectivas familias,cónyuges y niños incluidos. En varias ocasiones y desde el Portal de Transparencia se le ha requerido para que informe de todo ello. Y no se le ocurre otra cosa que declarar secreto de Estado los viajecillos que se da por los aires con el Falcon y ni ha dado respuesta a Transparencia -que se la ha vuelto a reclamar- sobre las vacaciones en Doñana.

Está más pendiente Sánchez de culminar su ataque y toma del mando del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que de salud de los españoles y de la economía del país. El Parlamento ya no lo controlará durante seis meses, mientras que él sí que manipula a su gusto la Fiscalía General del Estado. Después, entrará a saco contra el Tribunal Constitucional. Y más después, una vez haya acabado o derrocado a la Corona, irá diciendo por ahí, acompañado del payaso comunista: ¡Exprópiese, exprópiese!