De verdad, su madre, de la que se han acordado cientos, miles de personas, no tuvo la culpa de parir semejante engendro. Si es que si se fijan bien, el ministro de Fomento y secretario de Organización de laPesoé, el denominado Juan Luis Ábalos -mismo apellido fonético que el del escultor de la imaginería de la base de la cruz de El Valle de los caídos- tiene cara de torta, de las del pan. Hasta dan ganas de donarle un óbolo. Desde luego, oigan, un Gobierno no pudo caer más bajo teniendo como miembro a este esperpento y, por supuesto, tampoco él pudo llegar a soñar en llegar tan alto. Pero, bueno, ya saben lo que le sucede a torres más altas.