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viernes, 9 de agosto de 2019

El fiscal no tiene quien lo escuche

O sea, que si fuesen jueces conocidos y reconocidos, los muñecos a los que apedrearan, vituperaran vejaran y todo lo que se puedan imaginar, eso sería libertad de expresión, porque si a los hijos de sus nada respetables mamás se lo prohibieran hacer se llevarían un chasco del carajo. Menuda decepción para ellos, no poder llevar a sus últimas consecuencias las ofensas, que se convierten en amenazas, contra los magistrados. ¡Vaya jodienda! Pues, eso es lo que más o menos viene a decir un juez de la Audiencia Nacional.