Casi, casi que el Papa comete una indecencia, como el Rey en la Noche Buena. Sólo a Su Santidad Francisco se le ocurre nombrar arzobispo de Barcelona sin consultar y esperar el parabién del futuro presidente de la futura República de Cataluña. El delincuente Arturo Mas está más que enfadado. Si el Rey Felipe VI le echó un buen rapapolvo, el Papa de todos los cristianos pasó, como quien dice, olímpicamente de él y le plantó allí, en cuerpo y alma, al arzobispo sustituto de Martínez Sistach, a quien tanto quería el delincuente.