Traductor

Buscar en este blog

jueves, 6 de mayo de 2021

La Comisión sigue dejando morir a los europeos

¡Qué inútiles! ¡Pero qué inútiles! Hasta que el anciano presidente de los Estados Unidos, Biden, no se ha pronunciado a favor de la suspensión de las patentes de las vacunas contra el coronavirus, los inútiles dirigentes de la Unión Europea, el Gobierno de la Unión, tarde, como siempre, también se ha mostrado a favor de lo mismo. ¡Qué inútiles! Lo sabremos al final, cuando esta pesadilla termine, las personas que habrán fallecido en el mundo a cusa del Covid-19. Será una cifra terrible. Nos parecerá mentira que en la Unión Europea  hayan dejado morir como a cucarachas a cientos de ciudadanos, incluidos los españoles. Esta medida ya se tenía que haber tomado en el mismo momento del descubrimiento de las vacunas por parte de los científicos.

La señora que preside la Unión, ya lo sabemos, es una indecente inútil. Ya lo sabemos, sí. Hasta el presidente turco Erdogan se rió de ella en Turquía, y a través de ella de todos los habitantes de la Unión. La humilló ante todas las cámaras del mundo y no tuvo la valentía de plantar las domingas ante el turco. Es un adefesio de mujer, que tenía que haber dimitido ya por su nefasta gestión de la pandemia, por el número de muertos que por su inutilidad hemos tenido -y seguiremos teniendo- en la Unión Europea.

Si las patentes se hubieran suspendido desde el primer momento, es muy probable que, además de evitar cientos de fallecimientos, ahora estuviéramos ayudando a otros países, que ni tienen dinero para comprar vacunas ni laboratorios en los que elaborarlas. Cierto que el procedimiento puede resultar engorroso, incluso pudiera ser ilegal en algunos aspectos si la Comisión hubiera procedido por las bravas. Pero, la necesidad lo requería. Tenemos muertos de lesa humanidad. Seguro que los tribunales lo más que impondrían de pena sería una indemnización a las farmacéuticas afectadas. Y poco podría ser cuando para la vacuna de AstraZéneca, por ejemplo, Gran Bretaña aportó más del cuarenta por ciento y la Unión Europea más del treinta por cierto. Lo cierto es que las empresas farmacéuticas aportaron en investigación poco más del tres por ciento. Y que estemos como estamos solo es culpa de la Comisión, del Gobierno europeo, presidido por una inútil, como es la tal Ursula von der Leyen.

Que miren, que a grandes males grandes remedios, como decimos en España. Esto no lo conoce la presidenta de la Unión, nacida en Bélgica -que ya es mucho-, ejercitante como política alemana, que ya le vale también. Igualmente hay que reconocer, ya digo, que los trámites o negociaciones y acuerdos con las farmacéuticas pueden llevar su tiempo. Pero oigan, coño, que ya llevamos prácticamente cinco meses de retraso. Si se hubiera pensado desde el principio con cabeza, con inteligencia -que parece que es lo que le falta a la mayoría de los políticos europeos- ya llevaríamos cinco meses de adelanto. O, mejor aún, la situación podría estar normalizada para que cada país con capacidad para ello hubiera fabricado vacunas. Nos saldrían hasta por las orejas. Hasta para regalar.

Ahora que los Estados Unidos quieren dar el primer paso, cuando ese acuerdo pueda producirse, lo más seguro es que sean las propias farmacéuticas las que de manera voluntaria, gratuitamente y graciosamente suspendan temporalmente las patentes. Eso ya será otra historia, porque evitan un precedente de suspensión obligatoria por lo que pueda venir en otros tiempos. En esa nueva historia, como digo, hasta que sea una realidad, puede que ya se haya inoculado a media humanidad, y las farmacéuticas se hayan forrado lo suficiente. A día de hoy solo se han inoculado mil doscientos millones de vacunas; necesitamos doce mil millones.

Entre tanto dolor, tanto drama y tanto sufrimiento mundial -las imágenes de la India son escandalizadoras-, el páter Gabilondo -el excandidato de laPesoé a la presidencia de la Comunidad de Madrid, ha tenido que ser ingresado de urgencia por una afección cardíaca. Lo sentimos, ciertamente, pero no nos extrañamos. Es muy duro luchar en política, y más todavía cuando es el propio partido el que humilla y denigra a su propio candidato. Como es el caso. Gabilondo no recogerá su acta para la Asamblea de Madrid. ¡Qué mas da! Lo importante es que se recupere del mal que le han provocado los embates de las bestias salvajes de su propio partido.