Desengáñese el
que crea que Sánchez y la su Begoñita, o lo que es lo mismo el
matrimonio Sánchez-Gómez, se equivocaron de sitio en el Palacio Real el Día de la Hispanidad. Ni un milímetro tan
siquiera. Estaban donde tenían que estar, en el mismo lugar que previamente les
habían indicado sus asesores. No moverse de allí y permanecer junto a los Reyes, a ver quién era el guapo que les
decía que ese no era su sitio. La cuestión era crear el precedente, después todo
seguiría igual, como si allí no hubiera pasado nada, cuando lo cierto es que se
habría creado el precedente que buscaban; después, daría lo mismo. El besamanos
sería para los cuatro, para siempre jamás.