Estaban los
hombres a “panpedir”, cuando se toparon con el podemita elPabloManué, que, junto a su chica y otros camaradas comunatas,
entraba en un céntrico restaurante de la capital, de Madrid. No era el local de estos de comida rápida ni de bocadillos
de calamares a tres euros la pieza, era todo un señor restaurante de los de
comer y comer bien, con riego de buenos vinos y tertulia con café y copa –lo del
puro, de “estrangis” en los “uvedoblecé”- y unos espirituosos de a cuarenta y
cinco grados.