Sí que me he quedado estupefacto; en verdad, lo reconozco, sí. El que los
grupos municipales del ayuntamiento de Madrid
hayan llegado a un acuerdo unánime parece del todo increíble, pero resulta
inaudito que lo sea sobre insultos a víctimas de ETA y del Holocausto.
Esto consiste en que los concejales que injurien a las víctimas del terrorismo
y el Holocausto habrán de dimitir; pero, Zapata y Soto, no. Eso no se le ocurre ni al que asó la manteca: ni el
susodicho pacto, ni mucho menos excluir de la conclusión a Zapata y a Soto, lo
cual, y como dicen los políticos, no deja de ser un “indulto en diferido”.