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sábado, 21 de enero de 2017

Pistoleros verbales

Menuda bulla la de Consuelo Ordóñez, a diestro, siniestro y todo lo demás. Era el recordatorio a su hermano, Gregorio Ordóñez. Ya han pasado veintidós años desde que los asesinos etarras acabaran con su vida. Muchos fueron lo que acudieron a este acto. Me barrunto que para el veintitrés aniversario serán muchos menos los que acudan a la cita. Porque Consuelo no se cortó, como se dice, ni un pelo. Mejor estar cuatro pelagatos convencidos que una tropa de falsarios, que sólo tratan de cubrir las apariencias y salir en la foto. Mejor solos que mal acompañados.