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sábado, 8 de mayo de 2021

En España, como en la India

Ya hemos llegado. A ninguna parte. Pero, hemos llegado. Después de no se sabe ya cuántos meses, la libertad al alcance de la mano. Sin Plan B del Gobierno, ni de la oposición. Vamos que nos han tirado por la borda del cayuco, con la contrariedad de que nadie va a llegar para rescatarnos. Es un sálvese quien pueda y que el que más pite capador. Aquí cada comunidad por su lado, con un presidente evadido en Portugal y sin decir ni mu después de la debacle de laPesoé en Madrid y después de un año sin legislar para prever cómo actuar una vez decaído el estado de Alarma. Ni una palabra de elPrepotente, que, como si oyera llover, se nos va de fados al país vecino.

Volverá, porque volverá. Porque quiere resurgir de las cenizas, como el ave Fénix. A poner orden y cordura, y si para ello tiene que utilizar el Falcon para llegar antes, lo hará. A partir de las doce de la noche habremos vencido al bicho, al coronavirus, el que nos llegó de China sin saber cómo fue. Del que solo íbamos a tener un par de contagiados, si acaso, que decía elEnterrador Simón. Viva la vida y viva la juerga, que aquí no pasa nada. Pero, como el que no quiere la cosa, nos podremos ver enfrentados en menos de diez días a una quinta ola.

Otro gallo nos hubiera cantao si las vacunaciones se hubieran producido como debería haber sido. Así, nos encontramos a más de diez puntos por debajo de las previsiones del Gobierno. Y eso no puede ser. No es justo para los que no están vacunados. Continúan en riesgo de contagio. En este caso, nada nos diferencia de la India. Si uno se lo coge, se lo coge, igual que en la India. No hay suficientes vacunados como para que no exista ese grave riesgo. Y luego, los indecentes ciudadanos a los que se la refanfinfla: primero, porque ellos están ya inmunizados y, luego, los que por edad no es lo normal que corran peligro de contagio, pero sí de contagiar. Los demás, escondidos como ratas, que eso se lleva ahora mucho, a ver si la pueden salvar hasta la inoculación de la vacuna.

Por cierto, en algunas comunidades, como la castellanoleonesa, un caos de vacunación. En algunas provincias ni se vacuna a los ciudadanos ni sábados por la tarde ni domingos ni fiestas de guardar. ¡De alucine! Esos son días para aprovechar a contagiarse y, si a mal no viene, fallecer anticipadamente; eso sí, con el reconocimiento -con un poco de suerte- de poder pasar a formar parte como número de una estadística, que solo será recordado y llorado por su familia. ¡Qué miserables!

Peor aún, nuestros sesudos representantes políticos en la Unión Europea, los presidentes de Gobierno, tras la celebración de la minicumbre de Oporto continúan sin estar convencidos de que la suspensión de las patentes de las vacunas anticovid sea solución al problema. Coño, eso lo sabemos todos. Y que no nos hagan blasfemar, leche. Esa medida tiene que ir acompañada de otras. Como es lógico, de la obtención de las materias primas para su elaboración y las tecnologías necesarias y el aprendizaje del uso de las mismas. Bien. En todo ello llevamos ya más de medio año de retraso. Necesitamos a Ayuso en la Unión, no a una descarada sinvergüenza e incompetente Úrsula.

Que negocien con los Estados Unidos, con la Unión Soviética , con India, con China. Joér, que son políticos y la política es el arte de lo imposible. Si no, en vez de comer bacalao a la brasa y escuchar fados acompañados de un buen vino blanco, que se vayan para sus casas. Vagos y maleantes sobran. Porque, vamos, no tiene nombre que el presidente francés, Macron, exculpe a  los políticos de la Unión aduciendo que en Europa hemos sido más solidarios y que de cuatrocientos millones de vacunas producidas hemos exportado doscientos. ¡Tremendo! Y en la Unión todavía millones de ciudadanos sin vacunar. Cientos de ellos se van a contagiar y cientos todavía van a morir. Pero, eso no importan: somos los más solidarios, y si hay más muertos será gracias a unos gilipollas, que cobran por serlo.