Es más que evidente que Santi Vila, el exconsejero del Gobierno
de elPuchi encarcelado y
desencarcelado, no es santo de devoción de los independentistas, pero tampoco
de los no nacionalistas. El hombre dimitió en el último momento, a sólo un “plis”
de la declaración de la independencia. Sólo pasó unas horas en prisión, porque
pagó una fianza. Los golpistas lo despechan, por lo que consideran una
traición. Lo cierto es que se salvó por los pelos de seguir en prisión, pero no
es menos cierto que participó, como los demás, en la preparación del golpe. Por
eso se encuentra compuesto y sin novio.