Cuando se cumple
el segundo aniversario de la intervención del Rey Felipe VI ante las cámaras de la teuve para llamar al orden, el
constitucional, a los golpistas catalanes, las relaciones entre el Monarca y el presidente del Gobierno han ido de mal en peor. Así se
evidenció en un acto del Instituto
Cervantes, celebrado recientemente en Aranjuez.
Salvo los saludos obligados de cortesía de los principios, los reyes –él y
ella, Leticia- ni volvieron a mirar
a Sánchez; es más, ella no disimulaba las miradas de desprecio hacia elPedroQué? –eso, al menos, comentan
los que lo vieron-, hasta el punto de que Sánchez
no se quedó al almuerzo.
No supo el presi
en funciones aguantar el tipo, toda vez que se portó como un mal educado
dejando solos a los reyes y despreciando a los organizadores. Dicen, también y
principalmente los plumillas que cubren la información de Zarzuela, que el Rey considera culpable a Sánchez de la mala
situación del país y de que no ha sabido salvar la crisis política para haber
formado Gobierno. Pero, lo que más
inquieta al Monarca es la “tibiedad”
de Sánchez para con los separatistas-secesionistas catalanes. Vamos, que estos
se han subido al guindo, porque Sánchez se lo ha permitido: les ha dado el pie
y le han tomado la mano y el pelo, y algo más, a todo el país.
Sánchez es
consciente de lo que piensa el Monarca, de ahí su distanciamiento de la Corona, de ahí su “plantá” a los reyes en Aranjuez. Las tiranteces entre
Moncloa y Zarzuela han llegado a tal
punto que desde el palacio que habita lasSuBegoñita
se está haciendo correr el rumor, para que lo sepa “toermundo” de que el Rey
vota a la derecha, que tenemos un rey de derechas. Pero, se equivocan esos
verduleros propagandistas, porque el Rey, y lo ha demostrado en muchas ocasiones,
es el Rey de todos los españoles, incluidos los catalanes. Por supuesto. Se
equivoca Sánchez, una vez más; se equivoca laSuBegoñita también.
Como se equivoca
una presentadora catalana, que trabaja en un canal televisivo en Madrid. La tal susodicha, de apellido Griso, puso el grito en el cielo cuando
un guardia civil declaró en su programa que la situación por la que atraviesa Cataluña le recuerda los inicios de la banda
de asesinos etarra. Para la presentadora una cosa es amenazar e insultar y otra
el terrorismo. A lo que se ve, no debe saber la presentadora –y es su
obligación saberlo- que el juez ha mandado encerrar precisamente por eso, por
terrorismo, a los Cederres detenidos en posesión de explosivos y que tenían intención de atentar.
A esta presentadora
le ocurre lo mismo que al de extrema izquierda podemita, elPabloManué, que, sin tapujos, apoya a los detenidos acusados de
terrorismo. Su razonamiento es que a cualquier cosa se llama terrorismo. Ahí
basa todo su razonamiento para defender a los terroristas. Pues, lo mismo que a
la presentadora: los detenidos están acusado de ello, cuando fueron detenidos
tenían material explosivo y mapas de comisarías de los mocetes de la Escuadra y sobre todo, y
principalmente, con todo lujo de detalles, de un cuartel de la Guardia Civil. ¡¡Ah, otra! Tenían
previsto asaltar el Parlamento
catalán, y lo que es más grave aún, con la aquiescencia y colaboración del nazi
xenófobo que preside esa comunidad autónoma española y la ayuda inestimable del
Servicio Secreto de los Mocetes, el
equivalente al CNI del Estado.
Por si fuera
poco, los sindicatos de los de la Escuadra que apoyan el secesionismo y el
independentismo –tan terroristas como los Cederres detenidos- están difundiendo
desde sus comisarías consignas de los Cederres e instigando al personal para
que apoye la huelga general prevista para el día once, en contra de la
sentencia judicial contra los golpistas, que se supone será condenatoria.
Todos saben
quiénes son esos de la Escuadra. Todos los conocen. Pero, nadie destituye a
esos agentes -¡ojo!- armados que pretenden y alientan la insurrección y la
rebelión contra el Estado. Esos traidores o rebeldes o terroristas deberían ser
cesados de inmediato. De ahí, de esas cosas y otras tan graves o más viene el
mosqueo del Rey por Sánchez. Y no es de
extrañar, porque el saco está ya casi lleno, le falta muy poco para rebosar.