Y
comenta el turco Erdogan que ya le
puede dar gracias a los cielos -o a los infiernos, quién sabe-, por pasar lo que ha pasado en la última noche
en su país. Turquía. Para Erdogan,
sin duda, este fallido golpe de Estado
le ha venido como anillo al dedo, que se dice. Ha salido reforzado de una
crisis, que, aunque muy pocos podían prever que se produjera de esa forma, bajo
una asonada, sí se atisbaba en el horizonte una “movida” política a la turca,
por el autoritarismo que estaba implantando el susodicho y su viraje hacia el
islamismo.