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domingo, 28 de febrero de 2021

Los comunistas o la guerrilla, en La ciudad quemada

Después de desear los terroristas callejeros que ardieran los guardias en la noche de La Ciudad Quemada, los terroristas de la televisión pública catalana, los de la TV3 -más golpistas que los propios condenados por secesionistas- justifican las acciones salvajes de los bárbaros considerando que todo ello es fruto admisible de la libertad de expresión. ¡La mamá que los trajo al mundo! O sea que la libertad de expresión es como un paquete a la carta, que incluye atentados terroristas contra las fuerzas del orden, corte de calles y carreteras, destrozo de mobiliario urbano, destrucción de fachadas, incendios, robos y pillajes en las tiendas y todo tipo de ultrajes que imaginar se puedan.

Eso, eso dicen los plumillas de la TV3 justificando a los bárbaros que exigen la libertad del rapero Hasél, de los golpistas y de todo tipo de chorizos varios. Ya veríamos cómo los calificaban estos plumillas de mierda si los salvajes accedieran a los estudios de la televisión pública catalana. ¡Una idea es una idea! Lo que sucede ahora es que no hay derecho a que estos sinvergüenzas que se dicen periodistas, que no tienen ni ética ni moral, ni sirven para el ejercicio de la profesión, sigan en sus puestos de trabajo, cobrando un salario del erario público. La verdad es que dan asco.

No deja de sorprender que los dirigentes políticos catalanes -algunos- muestren animadversión -no mucha, no crean- por los actos vandálicos de unos guerrilleros urbanos -al fin y al cabo, unos terroristas- y no demuestren la misma animadversión o repudio, por los comentarios de los plumillas televisivos. Porque, quieran o no, lo reconozcan o no, desde ese medio público se está alentando a los terroristas a continuar con sus acciones bélicas callejeras. Más cuando estos están viendo, y pueden comprobar como parte principal, que los políticos están dando por donde se termina la espalda a las fuerzas del orden. Así están ellos, solos, abandonados y vapuleados desde los poderes públicos y por los terroristas.

Todavía el payaso comunista tontoelpueblo y pijo ridículo de la casta de Galapagar, ViceDos del Gobierno de elPrepotente socialista, todavía no ha condenado las salvajadas de los terroristas callejeros del sábado noche, que, entre otros actos, incendiaron un furgón con integrantes de la Policía Urbana dentro. Ya sabemos la gran amistad que tiene y la admiración que siente por los que patean a policías y por el etarra elGordo -Otegggi-, el hombre bueno y de paz que decía elCetapé, que bailando está, y toda su banda de asesinos. Con su silencio está alentando, también, a los salvajes y que Barcelona vuelva a ser después e los años La ciudad quemada.

No deja de ser la actitud del payaso comunista -junto a su primera figura, "chupamelamingadominga", el Fantasma de Fuencarral- un forcejeo con elPrepotente. Está haciéndole al de La Moncloa una demostración de fuerza -más bien un ensayo- de lo que es capaz para convertir España en un país incendiado, tomado por los terroristas callejeros, si no se pliega a sus deseos y antojos.

Todo eso, en el plano interior. Porque en el exterior ya se la está empezando a montar. El embajador de la Unión Europea en Cuba, el canario Alberto Navarro, ya se la ha colado a Sánchez y Borrell al declarar que no considera que Cuba sea una dictadura, a la vez que se ha arrogado funciones que no le competen, como pedir al presidente Biden que levante el embargo a Venezuela. Eso es mucho. Pero, además, ya ha lanzado al gilipollas de Maduro, el de Venezuela, contra España, porque la ministra Laya ha visitado la frontera entre Colombia y Venezuela, pero desde la parte colombiana. El payaso comunista venezolano ha vuelto a amenazar, otra vez a España. Ambas acciones contra nuestro país y la UE han sido provocadas por quien ya saben. Que para chulo y ridículo ahí está él. Lo que resulta inexplicable es cómo Sánchez continúa manteniéndolo todavía en su Gobierno.