Basta con que alguien levante la mano para que toda una maquinaria “estatal”
se ponga en marcha utilizando todos sus recursos. Así lo tiene establecido la Generalidad de Cataluña en lo que se refiere
a casos como el de la señora que ha denunciado a un pediatra de Torelló (Barcelona), porque, supuestamente, le instó a que le hablara en Castellano. No sabe el médico la que le
espera; como se dice, la lleva clara, ha metido el dedo en la llaga. Puede que
hasta le pinten en la puerta de su casa una “C”, de Castellano, en
vez de la estrella de David.