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miércoles, 6 de abril de 2022

Que se metan la pintura por los güevos

Miren, hombre, que se dejen en paz de gilipolleces, y acaso de cometer delitos, los que llenaron de pintura roja -biodegradable- la fachada y la escalinata del Congreso de los Diputados. Eso es, ni más ni menos, que como la intentona de la toma del Congreso, de la que se ufanaba el payaso comunista, pero que jamás logró. Pues, lo de la pintura, igualmente. No ignoran estos delincuentes que ese edificio es la casa de todos por antonomasia. Desde luego, si han logrado eco, pero se han descubierto del todo. Iban de tapadillo acompañados de científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), por que así hacían más creíble su mensaje. Es decir que estamos emponzoñando el planeta y nos vamos a morir todos o si no, menuda herencia le vamos a dejar a nuestros descendientes.

Que sí, hombre, que lo sabemos, que no son ellos los listo del planeta. Que hay que tomar medidas, mejor pronto que tarde, también lo sabemos. Pero, oigan, irse al Congreso a enmarranarlo es otra cosa. Deben un respeto a lo que que ese edificio representa y una consideración a los representantes elegidos en elecciones democráticas, que, precisamente, en esos momentos se encontraban celebrando un pleno. Ni tan siquiera han respetado a los suyos, aunque los suyos, sabiendo lo que estaba sucediendo fuera se felicitaban por ello. Son los mismos, los comunistas de siempre, pero engreídos y envalentonados, porque forma parte del gobierno de coalición.

Que, miren, que no nos engañan, que todo ha sido una argucia publicitaria y política. Quieren engañarnos -estos siempre mienten, hasta que consiguen que sus mentiras se hagan verdades-, pero ya no cuela. Los científicos del CSIC que allí acudieron son como ellos. O es que se piensan que no hay comunistas entre los científicos, jueces, profesores y cualquier otro colectivo. ¡Por desgracia, demasiados! ¡Demasiados lobos con piel de cordero! Lo que se nos hace rarararo es que estos elementos tuvieran tal facilidad para acercarse al Congreso, hasta el punto de poder subir las escaleras de la fachada principal y arrojar la pintura roja, que no podría ser de otro color. ¡Ni un detenido! Ya que están tan libres, que protesten contra la comunista viceministra, Yolanda Díaz, que con sus vuelos en el Falcon contamina un potosí. Se fue a Roma a ver al Papa. ¡La comunista fue a visitar al Papa, que vive en Roma! Y la antibelicista vice va a viajar al norte, a los astilleros, para ver cómo va la construcción de un barco de guerra de última generación para la Armada.

Con respecto a lo de la guerra, la de Ucrania, ha hecho bien el gobierno en aclarar que ninguna de las tres empresas españolas señaladas ayer por el presidente ucraniano mantienen relaciones comerciales con Rusia. Zelenski estaba mal informado; tampoco se lucieron sus asesores con lo de Guernica, porque, como bien le achaca Abascal, también podría haber citado la matanza de Paracuellos. Pero, lo que nos importa ahora es la invasión de Ucrania y los crímenes que el comunista ruso Putin está provocando allí, y lo que queremos es que todo esto acabe de una vez y que el comunista criminal de guerra sea juzgado por un tribunal internacional.