Que no diga que no se lo habían advertido. Que sí, que
sí, que muy claritamente informaba la escuela o el sitio donde estudió Begoñita que sus títulos no eran
oficiales, sino todo lo contrario: no oficiales y privados. Nada que ver con
una licenciatura. Pues ella, erre que erre, que era licenciada en lo suyo. Eso
exponía en el curriculum de manera constante y permanente; es más comenzó la
licenciatura a los catorce años. ¡Menudo carrerón! Inaudito y, “puéser”, el
único caso en Europa. No es para
asombrarse, pues, que el Instituto de
Empresa la contratara para dirigir su sección de África.