Ya está bien de hablar de independentistas ricos,
de chorizos golpistas que viven en Mátrix.
Vamos a la realidad, a pisar con los pies en el suelo. Hablemos, por qué no, de
Zamora. Aunque sea tan sólo por una
vez. La provincia castellano-leonesa, cada día más despoblada y cada año más
envejecida. Algún día, de manera inesperada y sin aviso previo nos la vamos a
encontrar con el cartel colgado de que “se cierra”. ¡Vuelva usted otro día,
mañana, mismamente!. El Duero seguirá
su curso, las murallas seguirán desplomándose y Tran dormirá tranquilo, porque
ya no será necesario bombardear la ciudad. Un enemigo que se quita encima. O
acaso nos encontremos con que sea republicana, en el día de mañana.