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Ya se necesita tener "malababa". Sí, el Gobierno socialcomunista está estudiando cómo emplumar a los responsables de la colocación de cincuenta y tres mil banderas de España en la playa valenciana de La Patacona, en Alboraya; además de ser banderas de España, los que las colocaron lo han hecho en honor y recuerdo de los cincuenta y tres mil fallecidos a causa del coronavirus. Las han colocado, que no esconden su autoría, los de la Asociación Nacional de Víctimas y Afectados por Coronavirus (ANVAC). Los quiere multar el Gobierno, porque, al parecer no tenían permiso municipal para ello. La delegación del Gobierno en la comunidad valencia está buscando la forma de hacérselo pagar a los de ANVAC.
¡Manda huevos! Lo que le duele al Gobierno de Sánchez es que este tipo de homenajes, como el similar que hizo ANVC el domingo pasado en un parque de Madrid, comience a proliferar, quedando en evidencia la nefasta gestión de Sánchez durante la pandemia y la mentira continua con la que nos quiere engañar en cuanto al número de víctimas mortales. Oficialmente, solo se reconocen unas treinta mil, mientras que el Instituto Nacional de Estadística (INE) deja en evidencia al Gobierno, al afirmar, con la contundencia de los datos, que son más de cincuenta mil.
Esa es la vergüenza del Gobierno socialcomunista y su responsabilidad, que ya decidirán los tribunales, pese a la miserable actuación de la Fiscalía General del Estado, que pide al tribunal correspondiente que rechace la veintena de querellas presentadas contra el Gobierno. Eso sí que debería ser objeto de estudio, al estar como "fiscala" general del Estado la exministra socialista de Justicia, Dolores Delgado, lo que no deja de ser inaudito: de ministra a "fiscala" general. De cara colorada. Y, por cierto, a la "fiscala" Dolores Delgado y al exjuez Garzón -expulsado de la carrera judicial por prevaricador- se les ha visto almorzando este mismo domingo en un restaurante extremeño. Ahora, la cuestión que se plantea es cuándo esta pareja de hecho salió de Madrid, si antes o después de la entrada del confinamiento de la capital del Reino.
Pero, resulta incomprensible que el Gobierno esté buscando la manera de empapelar a los responsables del homenaje a los fallecidos, cuando ni se molesta en detener a los salvajes de los disturbios en Cataluña durante el UnoaCero -el referéndum ilegal- y los de los días posteriores a la sentencia contra los golpistas y los de los recientes disturbios del aniversario del UnoaCero. A esos no les hacen falta los permisos. Esos actúan, destrozan y no les pasa nada. Como tampoco les pasa nada a los que queman las banderas de España y las fotografías de los Reyes y los ejemplares de la Constitución española. Igualmente, tampoco les pasa nada a los que homenajean a los terroristas etarras que salen de prisión, actos en los que se ensalza el terrorismo y se humilla a las víctimas, agitando el odio contra ellas y contra todo lo español.
En fin, que Sánchez y su socio, el payaso comunista, a lo suyo. A la toma de Madrid, que ya se verá si ha sido o no legal el confinamiento de la capital de España y las poblaciones de más de cien mil habitantes de esa comunidad autónoma. De momento, ya ayer, era evidente, tal y como lo reflejaban las cámaras de las teuves, la capital estaba más concurrida que en días anteriores. Lógico, si se quiere, al ser el confinamiento impuesto por Sánchez de toda la capital, los vecinos de los barrios que estaban en confinamiento se han podido mover por todo el municipio. Además, la toma de Madrid por los socialcomunistas se hizo cuando la famosa curva epidemiológica estaba en descenso: menos fallecidos, menos contagiados y menos ingresos en UVI.
Ya veremos por dónde salimos. Pero, el presidente del Colegio de Médicos de Madrid, Manuel Martínez Sellés, que algo más sabrá -aunque solo sea por experiencia profesional- que elEnterrador Simón, ha considerado que la situación de Madrid "es preocupante, pero no está descontrolada"; es más, el doctor Sellés considera un "absurdo" las nuevas restricciones impuestas a Madrid por el Gobierno socialcomunista. Así que, ya digo, a ver por dónde salimos y quiénes tendrán que pagar los platos rotos.