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viernes, 13 de noviembre de 2020

Manga por hombro, con un malévolo fin

Sirva de muestra del cabreo del país en tiempos de la pandemia el recibimiento de rechazo -con pitidos y banderas de España- a Sánchez a su llegada a Pamplona. Lo hizo con una hora de retraso -dicen que por la niebla- para que quienes lo esperaban para abuchearlo se aburrieran y se marcharan. Pero, no. Allí aguantaron, porque era la ocasión de mostrarle al presidente su descontento con el Gobierno socialcomunista por su miserable y vil pacto con los bilduetarras para aprobar los Presupuestos. Una traición vergonzosa a los 856 asesinados por la banda terrorista ETA, una humillación para las familias, para las víctimas, impotentes para evitar tanto escarnio en el más amplio sentido de la palabra.

Sánchez ni se ruborizó ni se avergonzó -no tiene ni una cosa ni la otra- por el recibimiento de los que le exigían una explicación. Se lo pasó todo por la entrepierna. Como se pasa por sus partes las pocas críticas que, a ratos sueltos, surgen desde su propio partido, incluido algún que otro presidente autonómico, que opina que el pacto con Bildu "no tiene un pase" y que en el Gobierno manda el payaso comunista. 

A Sánchez se la suda todo, desde presentar una tesis doctoral plagiada en un elevado porcentaje -hecho por el que cualquier dirigente político ya habría presentado la dimisión, pero no ahora, sino hace tiempo-, hasta amañar unos cursos en la Complutense para que los dirija su mujer -la su Begoñita-, que ni tan siquiera es licenciada en nada, a pactar con los golpistas catalanes y, como ya se sabe, con los terroristas de la banda criminal etarra, que van a Madrid "para acabar con el régimen". Lo ideal para los socialcomunistas que pretenden romper España atacando a la Monarquía, destrozando el Poder Judicial desde la Fiscalía General del Estado con la exministra socialista de Justicia, Dolores Delgado -cuyo nombramiento no deja de ser una indecencia-, acaparando los puestos en el Consejo General del Poder Judicial, en particular por miembros indeseables de Jueces para la Democracia.

Tienen los socialcomunistas abiertos muchos frentes -y los que te rondaré morena- para acabar con España. A los ya citados no debemos olvidar añadir el ataque frontal al idioma, el Español o Castellano, el segundo más hablado en el mundo detrás del Chino Mandarín. Más de un millón de firmas se han recogido en tiempos de pandemia -lo cual es mucho más meritorio- contra la ley de la ministra vasca Celáa, que no solo pretende acabar con el Español, sino que mantiene con inquina y odio la "guerra" para hacer desaparecer la enseñanza privada. Mientras, los socialcomunistas continúan poniendo las bases en el Ministerio de la Verdad -donde todo es mentira- para, poco a poco, ir implantando una ley, aunque sea no escrita, contra la libertad de expresión. No quieren los medios privados.

Pero si los terroristas vascos con los que han pactado los socialcomunistas van a Madrid para acabar con el régimen -lo que intentaron con el cobarde tiro en la nunca y las bombas, con las que mataron a mayores y muchos niños-, los golpistas catalanes se preparan ya para un nuevo ataque frontal a España. La cutre, injusta y más que discutible sentencia que ha exculpado a Trapero y lo ha librado de la cárcel y su inmediata reposición en el cargo por la Generalidad es un indicio claro y evidente de que los golpistas comienza el reagrupamiento y la preparación de otra embestida.

Miren, si no, las repugnantes declaraciones del ministro de Justicia, Campo -el que mantiene una íntima relación con la catalana presidenta del Congreso, Maricheli-, que ya da por hecho que en las Navidades, a más tardar, es probable que los chorizos catalanes golpistas encarcelados -que no políticos- sean puestos en libertad, indultados; incluso si el prófugo de la Justicia y expresidente de la Generalidad, elPuchi, volviera a España y fuera juzgado, también quedaría en libertad. De hecho, la expresidenta del Parlamento catalán,  Forcadell, la de ¡Viva la República!, y la consejera Bassa ya disfrutan desde hace tiempo de un Tercer Grado penitenciario, que es como vivir en casa. A estas no les ha hecho falta el indulto.