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lunes, 10 de mayo de 2021

El Enterrador Simón, muy afectado

Ya estamos con la imbecilidad de siempre, la de los mediocres, la de si la abuela fuma o no. Miren, nos importa un pito si la abuela fuma, mientras no lo haga en lugar cerrado o quitándose la mascarilla en plena calle para dar unas caladas a la vez que contagia a unos cuantos. Lo que indigna, fíjense qué raro, es la posición del Gobierno de elPrepotente: esta mañana amanecía con la disposición  de legislar todo lo que hubiera que legislar si el Supremo no elaboraba doctrina sobre el estado de Alarma y el toque de queda. Por la tarde, ensombreció su buena disposición -más bien su ficticia intención-, porque de tocaos, al río. Ya se le pasará al personal la tontería de que vamos hacia una quinta ola. Mientras tanto que reine el caos, y  mientras peor mejor.

Sí, claro, una quinta ola del coronavirus más suavizada- eso dicen y a ver si aciertan los expertos, o mejor se equivocan-, pero donde, no lo duden, también habrá contagiados y cientos de muertos. A los más de ciento veinte mil fallecidos se le sumarán unos cuantos miles más hasta que la situación se vaya normalizando. Pero, no está tan cerca la luz; si acaso, allá al final del túnel. Muy al final. Mientras tanto, elPrepotente esconde la cerviz y el presidente de los Estados Unidos, Biden, lo chulea, afirmando que Sánchez es un bulto muy raro y que hablará con él cuando sea el momento. O sea, que el presidente de los Estados Unidos lo ha llamado cáncer. No se equivoca ni un pelo. Es un verdadero cáncer para este país, con mal pronóstico.

Pues oigan, que miren, que seguimos igual que la noche del sábado. Gente contagiándose, gente muriendo y más de doscientas mil vacunas de AstraZeneca ahí guardadas, como si hubiera que conservarlas para luego pasarlas al barril, a ver si se maceran y nos sale un vino que te cagas. Porque a lo mejor ya no sirven para nada cuando las quieran utilizar, pero dan sabor a la vida con unas cuantas peas. Y seguimos con la imagen imborrable, casi de verdadera pesadilla, de esos jóvenes, que no son otra cosa que unos mierdas, pinchaos en un palo. Son los sinvergüenzas a los que Marlaska les dio rienda suelta, sobre todo a los imbéciles en Madrid, para atacar a la presidenta Ayuso. No movió ni un dedo el impresentable ministro del Interior: tras la marcha del gobierno del payaso comunista, si queda algún heredero éste es Marlaska, el juez del caso Faisán.

Ya ven, jodidos y nada contentos estamos. Más, si quieren, ante la desolación de elEnterrador Simón, que está afectadísimo por las gamberradas de los gamberros de la fiebre del sábado noche en prácticamente todo el país. Está desolado el hombre -¡pobrecillo!-, porque está convencido de que no ha sabido explicar que el fin del estado de Alarma no es el fin de la pandemia. Pero, coño, eso ya lo sabíamos todos. Lo que no se puede es presentar el decaimiento del estado de Alarma como presentó Sánchez el final del confinamiento: hemos vencido al bicho. Y miren, que muestre desolación a estas alturas, después de más de un año de pandemia, cientos de miles de contagiados y más de cien mil muertos, eso sí que desespera a cualquiera. Al menos elEnterrador Simón, que vaya morro le echa.

El que desespera y nos mantiene impotentes, es el acto de chulería del ministro de no se sabe qué, el catalán fray Bailón. Ha firmado con el presidente independentista vasco la cesión de gestión de las tres principales prisiones de las tres provincias vascas. Entre todas, suman una población reclusa de unos mil trescientos presos. No es eso lo más grave. Lo repugnante es que fray Bailón considera que con la cesión de transferencias penitenciarias se salda una deuda. Otro sinvergüenza, que ni se sabía que estaba en el Ejecutivo. Mejor permanecía callao, porque cada vez que habla, en Madrid o en Barcelona, asquea el hedor de su aliento, que se transmite a través de los medios. Es un aliento nauseabundo. Solo pensar que los asesinos etarras van a recibir el trato de favor que reciben los golpistas en las cárceles catalanas produce náuseas y vómitos.