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martes, 4 de abril de 2017

De gilipolleces podemíticas.

No con una sino con dos cocacolas pillaron al ilustre Ramón Espinar en su bandeja de la comida, en el Senado. Menudo elemento, cuando hace tan sólo unas horas él, y su partido con él, han pedido que se prohíba vender esta bebida en la Cámara Alta y en el Congreso de los Diputados. Quieren los de Pablo Manué que sus señorías, de motu propio, o no, es decir a la fuerza, se solidaricen con los trabajadores de la marca azucarada en el conflicto que mantienen con la empresa. Es que dicen que "lo que no se produce en Madrid no se consume en Madrid".