Ya estaba más que visto, pero ahora el podemita elPabloManué ha quedado más que
retratado. Con su gesto hacia Rafael
Nadal ha mostrado sus miserias y sus bajezas a todos aquellos que ni lo
intuían. Es un mezquino, un miserable. Ha sido el único político del espectro,
de entre los que suponen grandes e importantes líderes de partidos políticos,
que no ha felicitado al tenista español, que ha conseguido su undécimo Roland Garrós. Toda una heroicidad, una
hazaña, fruto de su tesón y esfuerzo. Sin duda alguna –incluso para los que no
nos desvivimos por el ejercicio físico- el mejor deportista de la historia deportiva
de este país.