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miércoles, 1 de septiembre de 2021

ElPrepotente: de ridículo en ridículo

ElPrepotente ha salido de la Casa de América en España más escaldado que un gato que lleva el diablo. Ha tenido que arroparse en las eléctricas, de sus presidentes, para enfrentarse a sus socios de Gobierno, los comunistas. Ha asegurado que el Gobierno ya está actuando contra el maldito tarifazo -¡Cualquiera lo diría!- y que hará aun más -¡No sabemos a qué espera!-. Pero, eso sí, ha asegurado que no va a haber nacionalización de las eléctricas. Aunque, ojo, porque este miente más que habla y, mañana, a la vuelta de la esquina nos podemos encontrar con que tengamos nacionalizadas las eléctricas. Hoy ha contentado a los empresarios de esas empresas, que han acudido a su disertación; mañana, querrá contentar a sus socios los comunistas.

A quien no ha contentado, ni por asomo, es a la gran patronal, a la CEOE. Su presidente, Garamendi, ha hecho oídos sordos a su llamamiento y no ha acudido a la concentración mitinera de elPrepotente. Tampoco se dejó ver laBotín, de El Santander, que envió a un subalterno. Ya se lo esperaba Garamendi el anuncio ostentoso, como todo lo suyo, de Sánchez: va a subir de manera inmediata el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Como dispara con pólvora ajena, le importan un bledo las consecuencias. ¡Anda que no estaban contentos los sindicales, Pepe y el otro, el comunista! Y los comunistas del Gobierno.

Es así de chulo el nuestro presidente. Ha llegado con más de quince días de retraso a la inmunización de la población contra el coronavirus, es decir, a la inmunidad de rebaño; encima, dicen ahora los expertos que no se logrará hasta que tengamos al ochenta por ciento, en el mejor de los casos, o al noventa. Además presumió, como si nada, pero en un alarde de ostentación de la recuperación económica, cuando, ya ven, nos encontramos en pleno tarifazo batiendo récord cada día, con un aumento del precio de los carburantes y otro aumento -de sigue y sigue- de la imponente deuda. Así y todo, ya digo, chuleando.

Pues, miren, le acabó de rematar el día la presidenta de la Comunidad de Madrid, la pepera Ayuso, que, dicho sea de paso, además de presidenta de la Comunidad va a ser baronesa de laPepé, porque se va a presentar a presidenta del partido en Madrid. La bestia negra de Sánchez, la que lo humilló en las elecciones de Madrid -a él y a toda laPesoé, con su militancia incluida- ha anunciado que va a suprimir los impuestos propios en toda la comunidad madrileña, los pocos que quedaban: depósito de residuos, impuesto sobre la instalación de máquinas recreativas en la hostelería y el recargo sobre el impuesto de Actividades Económicas.

No es de extrañar que la gente en general -además de todo lo hecho para combatir la pandemia, pese a los obstáculos constantes del Gobierno socialcomunista de elPrepotente- esté contenta con ella. Que la quiera, vamos. Tienen los mismos servicios, y quizá mejores, y la vida se les allana un tanto. Tampoco es de extrañar que cada día sean más las empresas que quieran instalarse en Madrid: todo son facilidades y con menos impuestos. Para la Comunidad, más puestos de trabajo y más ingresos, pero no de los impuestos propios.

A ver si van aprendiendo algunos, como los catalanes, que pese a los millones que le insufla Sánchez, resultan unos incapaces para gestionar. Eso sí, para estar todo el día provocando y jugando a la guerra todo lo que se quiera. Pues, que se lo aguanten los catalanes. No es España quien les roba, como aseguraba el chorizo Pujjjol. Es la propia Generalidad, los independentistas, quien les roba -y nos roban a todos los españoles- con diecisiete impuestos propios. Ya pueden ir aprendiendo, los independentistas y los gobernados por estos. Que miren para Madrid, a ver si aprenden algo. 

También puede mirar para Madrid el inepto, estúpido e ignorante presidente de la Generalidad valenciana, el socialista Puig. Vendrá a pedir, en breves, como ya ha hecho en más de una ocasión, que se le exija a Ayuso cobrar impuestos propios, para no quedar en ridículo a los demás presidentes y con las ganas a los ciudadanos de que no se los cobren.