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domingo, 1 de noviembre de 2020

Sánchez, un tramposo con la baraja marcada

La obscena indecencia de Sánchez, como decíamos ayer, está creando el caos en todas las comunidades autónomas. O sea, en todo el país. Los presidentes de las comunidades no saben ya ni qué hacer para parar el avance mortal y de contagios del coronavirus. Pero, no es que estén suspirando para que sea Sánchez, El Salvador de cuatrocientas mil personas, pero que ha dejado morir a cerca de cincuenta mil ciudadanos y que se hayan contagiado más de un millón, el que vuelva a salvar, pero sí que es necesaria su presencia, para ver si de una vez por todas gestiona con dos dedos de frente la pandemia, que  no sabe de rayas delimitadoras ni de ideologías, el virus.

Pero el miserable presidente socialcomunista está forzando y estirando la cuerda -dando carrete, que así se entiende mejor- para culpar de todos los males de la segunda ola a los presidentes autonómicos: lo mismo le da que sean los de su partido, que los de la oposición conservadora, y, principalmente a la pepera Ayuso. Está siguiendo su juego con cartas marcadas desde el principio. Pero, a los tramposos, como a los mentirosos, se termina cogiéndolos; en este caso, se juntan las dos habilidades cuasi delictivas: mentiroso y tramposo. Hasta que no terminó sus vacaciones en las islas y en Doñana, junto a las familias de sus amigos invitados, ni se preocupó de cómo nos iba lo de la pandemia. 

Mientras tanto, Sánchez, ni se preocupó en todo el verano de prever lo que preveía hasta el más "atontao", que las muertes por el virus iban en aumento y que los contagios resultaban imparables: lo que nos traería la segunda ola. Nos mintió Sánchez y no tomó medidas preventivas. Pero, a la vez, preparaba la trampa. Iba a otorgar, magnánimo él, la representación en el combate contra el virus a las autonomías. La trampa era evidente, y los listos presidentes autonómicos cayeron en ella como criaturas inocentes e indefensas. Hasta tal punto llegó Sánchez en su soberbia y chulería que despreció al parlamento y se marchó de la cámara del Congreso en el momento en que se debatía la propuesta de estado de Alarma para seis meses. Ni se molestó en explicar sus intenciones, solo que en ese tiempo, seis meses, solo acudiría al Parlamento en tres ocasiones.

Y en esas estamos, esperando a que se decida a ordenar el caos que él mismo ha provocado, y esperando a que ese caos sea todavía más profundo. Él se erigirá en El Salvador, tomará medidas como el confinamiento en los domicilios, pero antes no habrá previsto medidas económicas que nos ayuden a sobrellevar las medidas sanitarias. No, no es tan listo como para eso, pese a que ya le están indicando el camino desde Alemania, Francia, Reino Unido y Portugal. Pero él como si nada: confinamiento total y el que tenga hambre que se busque los churruscos como pueda.

Así actúa esta gente. Como es el caso del payaso comunista, "tridelincuente" y marqués de Galapagar, socio en el Gobierno de Sánchez. Porque, miren lo que dice el payaso comunista: que todos los desórdenes y disturbios que se están produciendo en algunas ciudades del país son obra de la extrema derecha, a la que asocia con Vox. Resulta que ni la propia policía se atreve a asegurar quiénes son los que los provocan; al menos de momento, la policía no lo sabe. Ahora que, al igual que el payaso comunista, podemos afirmar que los responsables son de la extrema izquierda, asociándolos con el partido podemítico. Por decir que no quede.

El payaso, no se crean, es "espabilao" y con cargar la culpabilidad a la extrema derecha exculpa a la extrema izquierda y, a la vez, levanta una cortina de humo para que no se hable de las estupideces de la excajera de supermercado y ministra de Igualdad, con la que vive en Galapagar, que justifica que una persona sea despedida estando en el posembarazo o permiso de maternidad. ¡Y lo dice la ministra de Igualdad! Claro, lo lógico, la podemita andaluza Teresa Rodríguez -afectada- la ha puesto a parir; no se ha quedado para atrás la ex del macho alfa -Tania Sánchez-, ni tampoco la ciudadana Arrimadas. Imbecilidades como las de la ministra no se pueden permitir y menos cuando su ministerio es de Igualdad.