Cuando
las bombillas de la cabeza de laSeñáManuela
se encienden para alumbrar ideas hilarantes, siempre hay por detrás algo que se
nos oculta, el lado oscuro de la luz. Si hace unos días nos enteraba el ayuntamiento
madrileño de que se abría el concurso, curso o desencuentro de ideas para la
renovación del mobiliario urbano con los nuevos bancos para sentarse que se
convertirán en colchonetas para saltar los niños -y que los dueños de los
perros aprovecharán para que las heces de los sus canes también volteen- y de
las sillas para colocar en cualquier parte, tal cual si fuera la playa calienta
el sol chibiribirí porompompón, casi se ha pasado por alto -casi- el follón que
se avecina y escondía la alcaldesa con esas sus gilipolleces.