Era el que faltaba en la escena. Cetapé le pusieron por sobrenombre, para engañar al personal, porque ni tenía zapatería, ni, por supuesto, sabía arreglar zapatos. Ni mandarlo a sus zapatos se podía a Zapatero. También lo apodaron Bambi. Pero, pronto se dieron cuenta de que ni Bambi ni leches. Era un lobo disfrazado de cordero. Pero, iletrado y rozando el analfabetismo que no se enteró de que la crisis había llegado hasta que un día leyó un periódico; si hubiera leído varios durante muchos días se habría enterado antes. Lo lamentable era que ni leía periódicos ni leía nada.