Hasta el hijo mayor del expresidente de
la Generalidad, Yordi Puyol, también delincuente -padre e hijo, ambos dos- ha
apoyado el cambio del nombre del partido, o de lo que en realidad sea que se
vaya a hacer, porque explicaciones pocas. También parece que está de acuerdo el
actual presidente de la Generalidad, el ahora ya elevado a la categoría de
delincuente Puiyidemon, elpájaroEspanta del anterior
presidente.
En resumen, que nos olvidemos de Convergencia,
que en julio ya nos enteraremos cómo los hemos de conocer. Pero, aunque tengan
casos y cosas pendientes, pero que muy graves, como el Caso Palau, verbi gracia, todo se pasará.
Pues, ya verán, igual que nos olvidaremos
nosotros le vendrá la amnesia a los de los tribunales, que ya, como quien dice,
ni se acuerdan de los delitos de la familia mafiosa del que fuera el muy honorable
y que están ahí, a la vuelta de la esquina. Ya les digo, como si los viera con
las bolsas de basura, repletas, pero no para tirar al contenedor, por cierto.
Hasta para transportar la “pasta” eran miserables esa familia. Eran los que
decían que “España nos roba”. ¡Cómo
se reirían, los condenados! Y miren si tienen la memoria floja los delos
tribunales catalanes que ni se les recuerda la mente de lo de la inhabilitación
del golpista Arturo, que está, velahí, a la vuelta de la esquina.
De lo del tres por ciento, que en su día
denunció en sede parlamentaria el socialista Maragall, sin importancia. Miles de millones de pesetas, cientos de
millones de euros cobrados en comisiones a constructores por licitar a obras
oficiales, no se sabe a dónde han ido a parar. En cualquier caso, no busquen más, ya no existen,
se los han gastado en gominolas. Así que el que se fue a Sevilla perdió la silla y que agua que no has de beber déjala
correr.
En resumen, que el chorizo más chorizo de
los que hay hoy por España, Arturo
Mas, además de golpista y sedicioso, se lo monta de nuevo para seguir a lo
suyo. Como el avestruz, esconde la cabeza para hacerse creer él mismo que no lo
ven, pero lo curioso, en este caso, es que los que tienen que verlo tampoco lo
ven. Y sólo cobra al año más de cien mil euros, por haber sido presidente y
haber sabido robar bien y conspirar mejor. Capaz es de ponerse en una esquina a
pedir una limosnita, a panpedir, si la necesidad aprieta.