Ni poco, ni mucho, ni nada. Este fulano, que lo mismo le da ser "perentano", no es de fiar; pero, ni un ápice. Empezó, poco menos que despreciando a las víctimas de los terroristas etarras, vamos que los ignoró por completo, mientras se daba el pico con los familiares de los asesinos encarcelados; entendía, decía por doquier, sus sentimientos y su sufrimiento, porque tenían que desplazarse a otras ciudades -algunas muy lejanas- para poder ver a los "pistoleros" presos. Para el presidente de los vascos no existían, como se desprende, las familias de los asesinados, que no podían viajar a parte alguna para ver a sus seres queridos: estaban muertos, los habían asesinado.