Allí estaremos,
cómo no, el domingo, impacientes por oír y escuchar la homilía de nuestro cura, que ejerce
fuera de Cataluña y no es catalán. Hay
que comprobar y cerciorarse con quién nos gastamos los cuartos, en qué cepillos
depositamos nuestros óbolos y qué casilla señalaremos en su momento en la Declaración de la Renta. A ver si estos
curas que son de aquí respiran lo mismo que los de allí, como el curacho de Monserrá que nos pintó a todos los
españoles no golpistas con rabo, cuernos y tridentes y blasfemos. ¡Sólo le pedimos al Señor que lo perdone, y que sepa quién su padre terrenal!