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domingo, 11 de febrero de 2018

Olor a pueblo, sabor a ajo


Cuesta, sin duda,  subir a esta atalaya del Mont Blanc. Una vez arriba, hemos logrado desasirnos de las garras del pueblo, que no quiere decir que a las faldas, aquí, no haya pueblos; también los hay, muy bonitos, sí, y huelen a pueblo, de lo que se habría sorprendido el mismísimo Manolo Escobar. Es cierto, sí, hay otros pueblos, en otros países, que huelen a pueblo. Lo del olor al ajo ya es otra cosa, pero es que cada día se hacen menos sopas de esta especie de las liliáceas, que a la abuela le resbalaba si era especie o liliácea.