Este Pablo Iglesias ya se va descubriendo quién es. Pero él solito, no le hace falta nadie. A medida que se va haciendo más famoso -qué será eso de la fama-, más egocéntrico -más faraónico-, no puede ni guardar sus secretos -más lunático e iluminado-, y sobre todo uno del que parece que se siente especialmente orgulloso, pero que muestra las artimañas de este tipo de gente, capaz de traicionar -y si no al tiempo- hasta a la madre que lo parió, que lo vio nacer y crecer y que le da la nacionalidad. Todo lo que haga falta con tal de triunfar, con tal de salirse con la suya; al fin y al cabo, comunista puro, de los que no importan los medios para conseguir los fines.