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jueves, 9 de julio de 2015

Un pacto de vergüenza ajena


Sí que me he quedado estupefacto; en verdad, lo reconozco, sí. El que los grupos municipales del ayuntamiento de Madrid hayan llegado a un acuerdo unánime parece del todo increíble, pero resulta inaudito que lo sea sobre insultos a víctimas de ETA y del Holocausto. Esto consiste en que los concejales que injurien a las víctimas del terrorismo y el Holocausto habrán de dimitir; pero, Zapata y Soto, no. Eso no se le ocurre ni al que asó la manteca: ni el susodicho pacto, ni mucho menos excluir de la conclusión a Zapata y a Soto, lo cual, y como dicen los políticos, no deja de ser un “indulto en diferido”.



¡Vaya nivel el de esta tropa! De vergüenza ajena, ya les digo, que unas personas adultas -no digo que hechas- tengan que pactar sobre esto. No se dan cuenta de que es todo un despropósito, de que es un sinsentido, de que están haciendo el ridículo, por no decir el tonto. Es más, este panfleto también se extiende a todo aquel concejal que amenace a adversarios políticos o que incite al odio o a la violencia. Esta enmienda, sustitutiva de un Pleno sobre tolerancia y en contra de la incitación al odio y a la violencia, ha  sido promovida por el pepé y aceptada por los demás grupos de la Corporación.

Por más que se empeñen, no me entra en cabeza. Porque es de sentido común que nadie debe hacer nada de lo que se dice en la enmienda, y que el que lo haga que se atenga a las consecuencias. El que la haga que la pague. Así de sencillo. Es decir que tanto Zapata como Soto, que la han hecho ya, que la paguen, y una manera de hacerlo es marchándose del ayuntamiento, dimitir, renunciar a su acta de concejal, aunque sólo sea por dignidad -lección que les enseñó Irene Villa- o, por si no lo entienden así, pues por vergüenza. Sobra el ridículo acuerdo.

De hecho, la Fiscalía ya ha recurrido el auto del juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, sobre el asunto del “podemita” Guillermo Zapata, aquel en el que metía a millones de judíos en el cenicero de un “600” y el que ofendía a las víctimas del terrorismo de la banda mafiosa etarra. Para la Fiscalía los argumentos del juez Pedraz son “insólitos y falaces”. No duda la Fiscalía de que el juez concede un “privilegio” al edil, pues da "carpetazo" al asunto, sin tan siquiera haber tomado declaración al imputado. Y digo yo -esto es mío- que si no habrá por ahí algún presunto delito del juez; es un decir.

No si ya la fiscal, Blanca Rodríguez, se las plantea bien al juez Pedraz. Porque, claro, eso de que esgrima Pedraz, como argumento para no llamarlo a declarar, que quiere evitarle al concejal la “pena de Telediario o paseíllo” se las trae, menudo precedente; mañana, a mí, también. Pero, que no, que los argumentos del juez no se sostienen, que no se pueden calificar esos asertos como “humor negro” y que de “libertad de expresión” naranjas de la China. El que Irene Villa lo perdone -muy bien- no es excusa para dar carpetazo al asunto, que la ofensa –ya lo decíamos, que el juez no se entera- es extensiva a todas las víctimas del terrorismo. Contundente. La Fiscalía descarta que el imputar a Zapata sea discriminatorio y que tampoco se le imputa por ser edil.

Vamos, que un buen rapapolvo -de arriba abajo- de la Fiscalía de la Audiencia Nacional a Santiago Pedraz, que, siendo juez, no ha sabido argumentar ni con la Ley -de la que se le supone conocedor- ni con la lógica de la razón, que era bien sencillo. Ahora, a esperar a que prospere el recurso de la Fiscalía; de lo contrario, “malo, malo”. Y mientras tanto, estos del ayuntamiento de Madrid haciendo el “gili” con un acuerdo absurdo. A Zapata -que sigue en la comisión de Cultura- y a Soto les bastará con relatar el “pacto” en Twitter. Eso sí que es “humor negro”, y agrio a la vez.

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