Sí que me he quedado estupefacto; en verdad, lo reconozco, sí. El que los
grupos municipales del ayuntamiento de Madrid
hayan llegado a un acuerdo unánime parece del todo increíble, pero resulta
inaudito que lo sea sobre insultos a víctimas de ETA y del Holocausto.
Esto consiste en que los concejales que injurien a las víctimas del terrorismo
y el Holocausto habrán de dimitir; pero, Zapata y Soto, no. Eso no se le ocurre ni al que asó la manteca: ni el
susodicho pacto, ni mucho menos excluir de la conclusión a Zapata y a Soto, lo
cual, y como dicen los políticos, no deja de ser un “indulto en diferido”.
¡Vaya nivel el de esta tropa! De vergüenza ajena, ya les digo, que unas
personas adultas -no digo que hechas- tengan que pactar sobre esto. No se dan
cuenta de que es todo un despropósito, de que es un sinsentido, de que están
haciendo el ridículo, por no decir el tonto. Es más, este panfleto también se
extiende a todo aquel concejal que amenace a adversarios políticos o que incite
al odio o a la violencia. Esta enmienda, sustitutiva de un Pleno sobre
tolerancia y en contra de la incitación al odio y a la violencia, ha sido promovida por el pepé y aceptada por los demás grupos de la Corporación.
Por más que se empeñen, no me entra en cabeza. Porque es de sentido común
que nadie debe hacer nada de lo que se dice en la enmienda, y que el que lo
haga que se atenga a las consecuencias. El que la haga que la pague. Así de
sencillo. Es decir que tanto Zapata como Soto, que la han hecho ya, que la
paguen, y una manera de hacerlo es marchándose del ayuntamiento, dimitir,
renunciar a su acta de concejal, aunque sólo sea por dignidad -lección que les enseñó Irene Villa- o, por si no lo entienden
así, pues por vergüenza. Sobra el ridículo acuerdo.
De hecho, la Fiscalía ya ha
recurrido el auto del juez de la Audiencia
Nacional, Santiago Pedraz, sobre
el asunto del “podemita” Guillermo Zapata, aquel en el que metía a millones de
judíos en el cenicero de un “600” y el que ofendía a las víctimas del
terrorismo de la banda mafiosa etarra. Para la Fiscalía los argumentos del juez
Pedraz son “insólitos y falaces”. No duda la Fiscalía de que el juez concede un “privilegio” al edil, pues da "carpetazo" al asunto, sin tan siquiera haber tomado declaración al imputado. Y
digo yo -esto es mío- que si no habrá por ahí algún presunto delito del juez; es un decir.
No si ya la fiscal, Blanca Rodríguez,
se las plantea bien al juez Pedraz. Porque, claro, eso de que esgrima Pedraz, como
argumento para no llamarlo a declarar, que quiere evitarle al concejal la “pena
de Telediario o paseíllo” se las
trae, menudo precedente; mañana, a mí, también. Pero, que no, que los argumentos
del juez no se sostienen, que no se pueden calificar esos asertos como “humor
negro” y que de “libertad de expresión” naranjas de la China. El que Irene
Villa lo perdone -muy bien- no es excusa para dar carpetazo al asunto, que la
ofensa –ya lo decíamos, que el juez no se entera- es extensiva a todas las
víctimas del terrorismo. Contundente. La Fiscalía descarta que el imputar a
Zapata sea discriminatorio y que tampoco se le imputa por ser edil.
Vamos, que un buen rapapolvo -de arriba abajo- de la Fiscalía de la
Audiencia Nacional a Santiago Pedraz, que, siendo juez, no ha sabido argumentar
ni con la Ley -de la que se le supone conocedor- ni con la lógica de la razón,
que era bien sencillo. Ahora, a esperar a que prospere el recurso de la
Fiscalía; de lo contrario, “malo, malo”. Y mientras tanto, estos del
ayuntamiento de Madrid haciendo el “gili” con un acuerdo absurdo. A Zapata -que sigue en la comisión de Cultura- y a
Soto les bastará con relatar el “pacto” en Twitter. Eso sí que es “humor negro”, y agrio a la vez.
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