Basta con que alguien levante la mano para que toda una maquinaria “estatal”
se ponga en marcha utilizando todos sus recursos. Así lo tiene establecido la Generalidad de Cataluña en lo que se refiere
a casos como el de la señora que ha denunciado a un pediatra de Torelló (Barcelona), porque, supuestamente, le instó a que le hablara en Castellano. No sabe el médico la que le
espera; como se dice, la lleva clara, ha metido el dedo en la llaga. Puede que
hasta le pinten en la puerta de su casa una “C”, de Castellano, en
vez de la estrella de David.
La buena y patriótica señora denunció el presunto sucedido en las redes
sociales y ante la Plataforma de la
Lengua –perdón, donde dije “Lengua” quise decir “Llengua”, por si acaso- que el médico le dijo que hablara en
castellano, “porque estamos en España”,
lo cual, y de momento, es bien cierto, lo de que estamos en España. Quizá haya
sido esto último lo que realmente ha ofendido a la patriota, es decir el hecho
de tener que ser atendida por un médico español, y en España.
En cualquier caso, la maquinaria del terror ya está en marcha. Por un lado,
el Departamento de Salud de la
Generalidad ya ha abierto un expediente para investigar los hechos, mientras
que el Defensor del Pueblo de esa Comunidad ha abierto el suyo correspondiente
para tratar de averiguar la veracidad de lo que denuncia la patriota, que ha
alegado que el médico le prohibió expresarse en catalán por cuestiones
políticas e incluso le ofreció “la alternativa de expresarse en inglés”.
El Defensor del Pueblo de Cataluña
–muy patriota él también- ya casi da por ciertas las declaraciones de la señora
y se ha apresurado a declarar que aquí hay tomate y que se le puede caer el
pelo al médico, porque está obligado a atender a los pacientes en los dos
idiomas. En descargo del galeno, digo yo, éste ya le ofreció el español y el
inglés; para el otro, acaso tenga derecho a un intérprete, aunque sea de los de
guardia.
El Sindic de Greuges, que debe
ser algo muy importante, ha destacado también que en Cataluña la convivencia
lingüística es ejemplar y que hay que preservar el asunto “con políticas
pedagógicas alejadas de la polémica política”. Ya digo, que este personaje debe
ser muy reconocido por aquellos lares, pero, a lo que se ve no tiene ni
repajolera idea de lo que se cuece por allí. O sí.
Parece que el Sindic de Greuges no se ha enterado de que existen sentencias
varias de tribunales españoles, de España, que obligan al Gobierno del delincuente Arturo
Mas a que cumpla con sus obligaciones lingüísticas en los centros de
educación, porque hay muchos alumnos que quieren aprender en español y no se les
deja, es más se les discrimina y se les “señala” con el dedo, como si fueran
apestados o españoles. Que investigue ese tal Sindic, que abra expedientes,
sacará verdaderos tochos.
Si el tal Sindic investiga –aunque sea más adelante, porque ahora, entiendo,
ya está muy atareado con lo del médico-, le será muy fácil enterarse de cuántas
personas han sido multadas –hay un archivo- por rotular en español sus
establecimientos, porque les da la real gana, que son sus negocios, que son su
sustento, que son suyos propios, de toda la vida, de varias generaciones: “Santiago Pérez Fernández. Mercería.
Casa fundada en 1890”. Eso, no; Mcdonalds, sí. Para mí que ambos son
válidos. Faltaría más.
Para la chorrada del día no nos hace falta movernos. El periódico de los
republicanos catalanes ha creado el personaje guardador del proceso,
independentista, por supuesto. El “SuperCat”,
que así se llama, protagoniza unos vídeos que, aseguran los que los han visto,
resultan bochornosos hasta a los propios independentistas. Pero, como lo
quieren todo, ahí tienen a su propio “Superman”.
Después reivindicarán a Popeye como
catalán.
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