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lunes, 23 de mayo de 2016

La "mujer de rosa" no era la "mujer10"

Al final, en eso se quedó todo, en averiguar y saber quién era la dama vestida de rosa, que dormitaba en el palco presidencial del Vicente Calderón. Estaban las redes sociales más petadas por desentrañar la identidad de la tal señora que por lo que pasaba en el terreno de juego. En realidad, una vez sobrepasados los prolegómenos del partido, el fútbol para los aficionados. Ganaron los del Barcelona, mejor para ellos. Los sevillistas se quedaron con la miel en los labios, pero, también, bien para ellos. Así es el juego: uno gana y otro pierde. Eso es todo.
Desde luego, la que estaba delante no era, ni por asomo, ¨la mujer10", la que vestía de rojo en la película. ¡Qué va! La que estaba en primera línea de palco era la alcaldesa de Barcelona, la podemita Ada Colau. laPescadera Por eso ya digo que no. La de lo rosa, tampoco era la del 10, pero enseguida llamó la atención de los tuiteros.
La afortunada señora que pudo sentarse en lugar preferente desaprovechó la entrada, quizá porque pasó una noche de nervios e insomnio y descargó todo su cansancio y sueño en el reconfortante asiento del palco. Pero, en verdad, se hacía simpática, porque era risueña: dormía, despertaba y sonreía, no se sabe a quién, pero sonreía, sin mala prosapia, no como hizo el delincuente Mas el año pasado.
Para el que a estas alturas no se haya enterado, la señora de lo rosa era Ana Bollain Domenech, que dicho así, a palo seco, nos puede dejar como estábamos; ahora bien, si se sabe de quién es la esposa, nos situamos: su marido es, ni más ni menos, que el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar. Para otra vez, el federativo podría donar la entrada a alguien que la aproveche mejor, o situar a su mujer en lugar menos destacado, o darle un brebaje para que se mantenga despierta. ¡No sé!
Bueno, pues nada, que se pasó la polémica de las banderas. Hasta más ver. Los del Barcelona introdujeron sus banderas separatistas en el Calderón y pitaron a rabiar al Rey y al Himno de España. No saben hacer otra cosa. Los culés "pitorros" han demostrado, en las veces en que han tenido ocasión para ello, que a sinvergüenzas, mal educados e irrespetuosos no los gana nadie. Allá ellos y el juez que se lo permitió, que no les anda a la zaga. Pero, ya saben, a eso lo llama su Señoría libertad de expresión. ¡Pues, unos piticos para él, igualmente!
De todas formas, en esta ocasión los pitidos sonaron menos, porque eran menos los que pitaban. Faltaron los hinchas del Bilbao, los que pitaron el año pasado, igualmente maleducados, sinvergüenzas e irrespetuosos. Y si a eso añadimos que la megafonía por la que se emitía el Himno superó con creces los decibelios de la del Campo Nuevo del Barcelona, los pitidos eran como un zumbido lejano de abejas. Además, de la otra parte, de la de los sevillistas y aficionados varios, provenían aplausos y vítores al Himno, a la bandera de España y al Rey, antes príncipe Felipe, que, por cierto, estaba acompañado de la Reina, plebeya ella. Y eso que dicen las malas lenguas que cada día anda más tiste y sólo, el Rey. Pura mentira; ganas de liarla.
Ahora, a ya casi veinticuatro horas del encuentro, sí que podemos sacar conclusiones varias de este encuentro, que ha obligado a que algunos se retraten. Por ejemplo, la delegada del Gobierno en Madrid, la señora Dancausa, ya sabrá a qué atenerse con los que la liaron y engañaron y traicionaron en su partido, los que la arrojaron a los pies del separatismo catalán. Los votantes del pepé en Cataluña tendrán que pensarse muy bien si reinciden en el voto con el impresentable ministro de los Interiores y su colega de partido el "gigante" Olbiol. !De pena, los dos! Los aficionados de las peñas del Barcelona de fuera de aquella región, que sepan que el presidente del equipo los engaña miserablemente con la estrellada. Y el presidente Puiyidemón, orgulloso de haber ganado una batalla -gracias a la ineptitud de un juez que ha obviado las sanciones de la UEFA y ha ido en contra de los criterios del abogado del Estado y del Fiscal-, que sepa que quedan muchas guerras y que su bandera, hoy blanquada, se la puede liar a la cabeza, por no utilizar una grosería, digo.

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