Hoy, es una petición; mañana, una
exigencia.
En un próximo futuro se puede convertir en una cesión política,
humillante
para las víctimas y la conciencia del Estado
Era
lo que nos faltaba por oír y por ver estos días, las manifestaciones proetarras,
que, aunque permitidas por la Audiencia
Nacional, no dejan de ser eso, proetarras. En cada una de las capitales
vascas, y coincidiendo con la celebración de las sus respectivas fiestas
patronales, los etarras han organizado manifestaciones; la última, en Vizcaya. Piden, ni más ni menos,
amnistía para los presos de la banda mafiosa y asesina ETA y que los fugados de la banda -muchos de ellos a Venezuela, donde gozan de prerrogativas
especiales- puedan regresar a España, como si no hubieran roto un plato; es
más, en olor de héroes, olor que apesta a asesinos.
Menos
mal que el apoyo social a este tipo de manifestaciones cada día es menor. Tan sólo
dos mil personas se manifestaron en Bilbao,
Familiares, amigos, etarras que han cumplido su pena y pocos más. Es que son
todos. Pero ahí siguen, no obstante, dando la murga, queriendo hacer creer que
ya estamos en otra historia, que lo que pasó ya fue y punto final. Ahí están,
digo, y seguirán insistiendo, porque si algo tienen en común estos proetarras
es la unión entre ellos para tratar de conseguir las cosas. Son pocos, cada vez
menos, pero bien avenidos entre ellos, al menos para insistir e insistir e
insistir, como la Duracel, que nunca
se agota.
Pero,
al vicio de pedir hay que contraponer la virtud de no dar, de no ceder. Ni tan
siquiera estar de acuerdo con la denominada vía Nanclares. Aquí el que la hace que la pague. Porque, ya lo hemos
visto en numerosas ocasiones, los que se acogen a esta salida ni se
arrepienten, ni piden perdón a las víctimas, ni colaboran con la Justicia para
desenmascarar o delatar a los autores de más de trescientos asesinatos de la banda
etarra que todavía quedan por aclarar y juzgar.
Que
no nos vengan con historias de que esto, la situación actual, es una venganza
de los gobiernos de Francia y de España, o que nos fijemos en Colombia. Miren, los primeros están
haciendo cumplir las sentencias de la Justicia;
lo de Colombia, una tergiversación,
una mala manipulación. Ya veremos si los colombianos aprueban en referéndum esa
“paz”. En cualquier caso, en España no ha habido una guerra, pese a que los
etarras quieran hacer creer lo contrario a fuerza de insistir. Lo que han hecho
los etarras ha sido asesinar a casi mil personas -asesinatos viles y cobardes-,
dejar cientos de heridos y numerosas víctimas, familias, que jamás podrán
volver a ver a los suyos; si acaso, una tumba. Los familiares de los presos y
huidos etarras, sólo tendrán que viajar para verlos porque están vivos. Y exigiendo.
Por
eso lo de la insistencia. Porque, mucho
me temo que de no ser por la denuncia de las víctimas de ETA, las de COVITE, que
recordaron a la sociedad que el etarra Otejjji
estaba inhabilitado hasta 2011, este podría haberse presentado a las elecciones
vascas sin ningún tipo de cortapisa. De momento, la Junta Electoral de Vizcaya ya le ha comunicado a elGordo que él sí que puede irse a su
casa, Ya veremos en dónde para. La vela que va por delante es la que alumbra.
Por eso, no hay que ceder. Al enemigo ni agua. Hoy es una petición; mañana, una
exigencia. En un próximo futuro se puede convertir en una cesión política,
humillante para las víctimas y la conciencia del Estado. No estamos en Colombia,
tampoco en Venezuela; este nuestro país se llama España.
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