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sábado, 21 de enero de 2017

Pistoleros verbales

Menuda bulla la de Consuelo Ordóñez, a diestro, siniestro y todo lo demás. Era el recordatorio a su hermano, Gregorio Ordóñez. Ya han pasado veintidós años desde que los asesinos etarras acabaran con su vida. Muchos fueron lo que acudieron a este acto. Me barrunto que para el veintitrés aniversario serán muchos menos los que acudan a la cita. Porque Consuelo no se cortó, como se dice, ni un pelo. Mejor estar cuatro pelagatos convencidos que una tropa de falsarios, que sólo tratan de cubrir las apariencias y salir en la foto. Mejor solos que mal acompañados.
Eso debió de pensar la hermana del concejal del PP asesinado por ETA. A los primeros que se refirió, fue a los del Partido Nacionalista Vasco, que haber representación la había, a quienes acusó de ser "uno de los mayores problemas para la deslegitimación del terrorismo". Y razón no le falta a la presidenta de COVITE (Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el País Vasco) cuando continuamente estamos escuchando a su presidente, Urcullu, que quiere las competencias sobre prisiones para traer, sin duda, a ellas a los presos dispersos de ETA y, como si fuera un coladero, ir soltándolos uno a uno. Recordemos que a Urcullu le causan dolor los familiares de los presos etarras, que se tienen que desplazar a cárceles fuera del País Vasco para ver a los asesinos y que su Gobierno financia muchos de estos viajes, con el dinero de todos, claro. No olvidemos tampoco, que fue el Gobierno vasco quien encargó un trabajo pseudocientífico universitario, para concluir que los niños muertos en los atentados de ETA eran víctimas colaterales, con todas las connotaciones miserables que ello conlleva. Duro, pero cierto. Como representante del PNV, en el acto en el cementerio de Polloe, donde fue enterrado Gregorio, estaba presente el alcalde de San Sebastián, Eneco Goia.
También había representación socialista y, por supuesto, del partido al que perteneció el concejal Gregorio. Todos ellos tuvieron que escuchar las palabras de Consuelo, que consideró que su hermano había muerto por la libertad y dignidad de todos y que hoy se permite que se manche esa dignidad. Gregorio "murió porque era un peligro por hablar y por defender" y por no sucumbir al "chantaje, ni al de las pistolas, ni al de los pistoleros verbales", que, para mí aún siguen existiendo y son en estos momentos los más peligrosos.
Denunció Consuelo que los terroristas siguen teniendo soporte político y social y que se les permite desarrollar la "cultura de la indignidad y del odio", haciendo mención al recibimiento que tuvo en diciembre pasado el etarra Balerdi, tras su salida de prisión. En efecto, un verdadero acto de exaltación de la violencia, del odio y del terrorismo, que la Justicia ha dejado olvidado, como si aquí no pasara nada. Y, desgraciadamente, pasa, cada vez, más a menudo.
Quizá, el momento más duro de su recordatorio estuvo, cuando sin titubeos, acusó al PNV, que criticó la detención de terroristas que estaban en busca y captura. Pero también tuvo palabras para quien la quisiera escuchar, en el sentido de que "igual de culpable es quien aplaude a un asesino como quien no hace nada por evitar esos aplausos". Y todo lo demás.
Paradójicamente, casi coincidiendo en el tiempo del aniversario del asesinato del concejal Ordóñez, el partido proetarra Sortu ha integrado a su dirección a la etarra Elena Beloqui, que fuera durante años la jefa internacional de la banda terrorista. Beloqui que ingresó en prisión por pertenencia a banda armada, fue excarcelada por la Justicia para someterse a fecundación artificial, con dinero público. Buscaba engendrar una nueva vida. El que fuera su compañero sentimental, el sanguinario Ternera, segó muchas, todas las que pudo. Beloqui facilitaba la infraestructura de la banda en el extranjero. El concejal Ordóñez está enterrado en el cementerio de Pelló, desde hace veintidós años.

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