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viernes, 14 de agosto de 2020

Salud y economía, en grave peligro

Es el recurso de siempre: más vale tarde que nunca. Así y todo, ya le vale al gobierno socialcomunista. Después de dos meses se han dado cuenta los lumbreras del Ejecutivo de que se hacía necesaria, imprescindible, una acción conjunta, coordinada y colaborativa con las comunidades autónomas para detener el avance, que casi parece imparable, de los contagios por coronavirus, que está que se "come" el país. Ni se avanza sanitariamente, ni se mejora la economía, en particular la parte referida al turismo, que está por los suelos. Ya son muchísimos los países que nos han echado "el alto", como lugar de destino peligroso; sin ir más lejos, mismamente hoy, Alemania se ha sumado a esa lista.

A Sánchez ni se le esperaba, porque después de su "aplaudida" en el Congreso de los Diputados, obviando los cincuenta mil muertos y los más de trescientos mil contagiados, el bochorno, tal como se encuentra el país, es de campeonato. Si lo que esperaba era otro recibimiento triunfal, alguien le dijo que mejor no, que actuara y se dejara de historias y de películas y de series, que para eso ya está su miserable elViceDos, el comunista payaso. Era clamor que algo había que hacer de manera coordinada con todas las autonomías. No se había dado cuenta Sánchez de que la unión hace la fuerza.

Quizá estas primeras medidas de choque puedan haber caído como un jarro de agua fría en algunos sectores, sobre todo en lo que afecta al cierre del ocio nocturno y a la limitación del horario de los bares. Es mucho dinero el que hay en juego y muchos puestos de trabajo. Pero, también es cierto que la mayor parte de los contagios se originaban en estos ambientes, en unas ocasiones por el afán desmedido de muchos empresarios por hacer caja a la mayor rapidez posible y, en otras, porque los clientes no respetaban las más mínimas normas sanitarias- sin mascarillas, sin guardar la distancia social- y no eran los dueños de los establecimientos los que se las hacían cumplir, quizá porque tampoco fuera su cometido. Pero, y es lo cierto, los unos por los otros, esos lugares y esas personas provocaban el aumento de la expansión de los contagios. 

Cierto que no se puede echar toda la culpa a este tipo de establecimientos. También está la irresponsabilidad y la desobediencia de muchos jóvenes, cientos de ellos, que se dan cita en los botellones, que, por cierto, muchos ignoran que son ilegales. Acuden a ellos como si la pandemia no fuera con ellos, porque no se contagian del virus, pero sí lo transmiten. Son unos inconscientes descerebrados e insolidarios, que se convierten en muchas ocasiones en los verdugos de sus propios familiares y amigos. Por tanto, corresponde a las autoridades promover campañas de concienciación y educación, si se prefiere, pero, a la vez, hacer cumplir a través de los agentes de la autoridad todas las normas y sancionarlas como la ley estipule y sin dilación, que se sepa.

Una tercera medida pactada por el Gobierno con las autonomías, y que puede resultar antipopular, es la prohibición de fumar por la calle, cuando no se pueda mantener la distancia social. Puede que sea, ciertamente, antipopular, pero no obstante, se ha quedado corta. La prohibición tendría que haber sido total. Nadie va a medir dos metros si ve a otro fumando. Si se ha demostrado científicamente que el humo del tabaco puede ser fuente de transmisión del virus, que cada cual fume en donde quiera y esté permitido, menos en la calle. No puede ser excusa el tabaco, como el comer para poder quitarse la mascarilla poniendo en riesgo a los demás ciudadanos.

Vamos a ver, si, de una vez por todas, con educación y con la aplicación de las normas a rajatabla somos capaces de frenar la escalada de contagios del virus. Y, si, igualmente, nos vamos dando cuenta de que por encima de los intereses partidistas está la colaboración gobierno y autonomías. Es mucho, y ya lo sabemos por experiencia, lo que nos jugamos: la salud y la economía del país.



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