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jueves, 26 de febrero de 2015

Urkullo, afectado por el sufrimiento de las familias de los etarras

El jefe del Gobierno del País Vasco se reunió durante más de una hora y media, en la sede de la presidencia del ejecutivo, con los dirigentes de Etxerat, es decir con los familiares de presos de la banda de asesinos y mafiosos etarras, que siguen siendo fieles a la doctrina de los terroristas y que consideran a estos "presos políticos". Es la primera vez que un presidente vasco -en esta ocasión Íñigo Urkullo- los recibe. Urkullo lleva más de dos a años y medio sin conceder audiencia a los familiares de las víctimas de ETA.
Muy bonito, muy bonito, sí señor. Y vaya morro, el de este tipejo. Ahora los recibe y hace unos días les concedió una subvención de más de trece mil euros para ayuda de formación de los presos. O sea, que clases particulares en el penal, y luego a un privado. Vamos, que quiere ganarle la partida, como sea, a los de Pueden, ante la proximidad de los períodos electorales. Que vean, que vean los de Bildu lo que soy capaz de hacer por los suyos. Ya, ya, pero con nuestro dinero. Es lo que se dice disparar con pólvora de rey. ¡Notejoroba!
Los unos y los otros han quedado satisfechos del encuentro. Como para no estarlo. Una primera recepción "superpositiva" dicen los "apoyadores" de los asesinos y terroristas. Además -y eso lo digo yo- han logrado hacer de menos a las verdaderas víctimas del terrorismo, han salido en todos los medios de comunicación y han obtenido el compromiso del mandamás vasco de mantener más encuentros. Desfachatez tal, impulsada desde la presidencia vasca, tiene un nombre y un apellido. Su finalidad hacer ver -con las sucesivas reuniones- que es normal lo que sólo se puede calificar como una indecencia.
Hay más. Van a "avanzar" en la política de dispersión de los presos etarras, es decir de qué manera pueden acercarlos a sus domicilios y concentrarlos, y en el reconocimiento del dolor y sufrimiento que los viajes ocasionan a los familiares de los delincuentes etarras al tener que trasladarse a cárceles que se encuentran fuera del País Vasco y Navarra. Pobres, tienen que ir empujando el autobús.
Así, como se lo cuento. Es que lo quieren todo, y, por el camino que llevamos, lo conseguirán. Ellos no lo dudan. Poco les importa el dolor y el sufrimiento de los familiares de los asesinados, que cuando viajan lo hacen -ya casi olvidados- para visitar una tumba en un cementerio. Tampoco le importa mucho al "lendakari", que hace tan sólo unos días simulaba estar compungido en el acto recordatorio del socialista Miguel Buesa y su escolta, ambos asesinados por los esbirros etarras. Y ahora esto.
El pepé y upeidé han desaprobado ya la actitud del mandamás de los vascos. Lo que está sorprendiendo a estas horas es la escasa reacción a este grave hecho por parte de las asociaciones de las víctimas del terrorismo. Sólo la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas (Acvot) ha expresado "indignación" y "rechazo" ante este deleznable hecho. Quizá estén hastiados de tanta burla y de tanta humillación. Sería lamentable que se hubieran rendido. Pero comprensible. A ellos los une -y no es poco- una desgracia, pero cada uno vive -sobrellevándolo como puede- en su casa. Los asesinos tienen una alianza con el mal y con la "omertá", como los mafiosos, que es lo que son.

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